Martes 14 [9.1915]. Hoy es la fiesta de la Madre Izquierdo. Hemos tenido día de recreo. Hemos pasado muy contentas. Jugamos a las escondidas y después a las banderitas, y nosotras ganamos.
Leyeron los concursos de ortografía. Salí primera. Cero falta, por casualidad. La Reverenda Madre nos dijo que nos adelantáramos a recibir un santo, y cuando lo fui a recibir, la Madre Ríos se rió conmigo, lo que me agradó mucho.
Salimos hoy. Estamos felices. Nos fuimos a confesar y después a la Alameda. Pero me hallaba tan ajena a este paseo, pues pensaba que quién pensaría en El, y yo procuraba unirme lo más posible; así gozaba.
Vimos a Miguel que está haciendo la guardia, y hacía más de un mes que no lo veía. Lo quiero tanto… Ha sido ascendido a cabo. Estoy muy contenta.
Miércoles [15.9.1915]. Hoy fui a misa. Después, al centro con la Lucía. Y en la tarde fuimos a ver a la Inés y María Salas. Después vinieron las Zegers. Más tarde fuimos a ver a las Salas Edwards, pues la Sylvia había sido operada de apendicitis. De ahí fui a ver a la Carmen de Castro, pero no la encontré. Sólo, cuando nos veníamos, la vi un momento en la calle. Nos abrazamos. Estábamos felices: tanto tiempo sin vernos… La quiero tanto. Es muy dije.
Jueves 16 [9.1915]. Me encuentro en el campo. Llegamos a las cinco. Anduvimos por todas partes. ¡Qué felicidad!
Viernes 17 [9.1915]. Salimos a caballo. Fuimos a ver a mi tío Francisco y a la María Cáceres (sirviente muy antigua), y vimos también a Juan Luis Domínguez, que es muy enfermo, pues le dan ataques. Pero aquí, gracias a Dios, está mejor.
Sábado 18 [9.1915]. Salimos temprano a caballo con mis primos. Nos divertimos mucho. Después, a las 2, encumbramos volantines, juego que me gusta mucho.
Domingo 19 [9.1915]. Tuvimos misa. Estuve muy distraída en ella, pues mis primos estaban en el presbiterio y nos miraban. Lo que me tentaba. Cantamos, pero no me envanecí por mi voz. Jesús me ayuda en esto a vencerme. Le doy gracias de todo corazón.
Martes 21 [9.1915]. Hoy he tenido la dicha de comulgar. Me sentía tan unida a El, lo amaba tanto que me parecía estar en el cielo y he continuado en esta unión durante todo el día. ¡Jesús mío, no te separes de mí!
Viernes 24 [9.1915]. Hoy nos hemos venido al colegio. Siento desesperación y unas ganas locas de llorar. A Ti, Jesús mío, te ofrezco esta pena; pues quiero sufrir para parecerme a Ti, Jesús, amor mío.