Junio 30 [1917]. Anoche, lloré al verlo en esa Cruz, enclavado por mi amor. ¡Qué bueno es El y yo qué ingrata he sido! Mañana voy a ejercer mi apostolado. Ojalá N. Señor y mi Madre me concedan un feliz éxito.
Junté treinta pesos para mi día. Voy a comprarle zapatos a Juanito y lo demás le diré a mi mamá que me lo tenga para dárselo a los pobres. Es tan rico darles. Le di mis zapatos a la mamita de Juanito.
Martes, 3 de julio [1917]. Salimos ayer. Lo pasamos con chiquillas. Nos divertimos harto, aunque yo tenía bastante pena, pues veo que a la Rebeca le hacen bromas, y la Lucía sale con ella, y conmigo nada. Me gusta que la celebren; en fin, pero me gustaría que a mí también. Si a mí me alaban, yo la alabo a ella también.
Además, la Lucía convidó a las monjas a la Rebeca, y a mí, nada. Y yo tenía bastantes ganas, pero me sacrifiqué; pues Jesús me lo había pedido. Toqué el piano porque me lo pidieron. Toda la pena fue motivada por el amor propio que tengo. Me propondré matarlo de raíz. Que Jesús y María me ayuden.
Hablé con la Carmen. Me contó que había estado con la M. Superiora y que había hablado de vocación. Pero ella teme y, aunque le gustaría ser monja porque las encuentra muy felices, le da susto. Hablé con el Padre acerca de eso. Dijo que quizás era mejor que viviera como una religiosa en su casa. Le diré cuando la vea.
Miércoles 4 [7.1917]. Hoy he tenido un día perfecto y voy a ofrecerlo por las intenciones de la M. Ríos. Sacrifiqué mi visita al Santísimo por repartir los libros. Me costó; pero Jesús sabía que era imposible y que yo [lo] deseaba.
El padre me dijo que hiciera la meditación por la mañana, pero la Virgen no me ha despertado. Mañana voy a probar por última vez. Madre mía, ¿por qué no me oyes?, ¿estás enojada, acaso, conmigo? Tú sabes que te amo siempre. Oyeme y despiértame. Se me olvida la resolución de la meditación. Yo no sé qué hacer.