Viernes 1°[3.9.1915]. Anoche vino la Madre Izquierdo a verme en mi alcoba. Y, al decirle yo que tenía un dolor muy grande de muelas y que todo el día había estado con dolor de cabeza, me dijo estas palabras que Jesús me había dicho en otras circunstancias penosas: «Hija mía, Jesús la quiere mucho, la rodea con su Cruz. Ofrézcale este dolor como una flor para su Comunión de mañana». Quiero mucho a esta Madre. Es una verdadera santa.
Miércoles 8 [9.1915]. Hoy pronunciaron los votos dos novicias; me ha hecho gran impresión. Se adelantaron y delante de la Santa Hostia le prometieron ser sus Esposas. ¡Oh, qué dignidad tan su-blime! ¡Cuándo podré decirle yo al mundo mi último adiós. También una postulante recibió el hábito. Se puede decir que es la novia de Jesús.
Después vinieron las niñas del externado y se nos permitió estar con ellas hasta las once y media.
Vi a unas cuantas Madres de allá, entre ellas a la Madre Popelaire, que fue mi maestra cuatro años. La quiero mucho y yo no sé por qué sería que tuve pena y me puse a llorar, con lo cual la Rebeca me imitó. Entonces vi que era preciso serenarse para consolarla, y así fue en efecto.
Estuvimos con la Madre Ríos ¡Qué gusto más grande. Y como yo hago lo posible por figurarme que estoy en el Carmen, me senté en el suelo, a los pies de la Madre, ejemplo que siguieron varias chiquillas.
El domingo [12.9.1915] estaré con la Madre Ríos sola. Esto me causa susto, pues pienso decirle todo el cambio que se ha operado en mí desde la operación; mi vocación para Carmelita, en fin todo. No sé cómo me arreglaré, pues me cuesta tanto expresar todo lo que me pasa.
Estuve todo el día muy feliz, pero como siempre Jesús lo hace, me envió un regalito: era una cruz, lo que me gustó mucho.
Sábado 11 [9.1915]. Aunque quiero escribir mi diario todos los días, me es imposible. Hoy me confesé. ¡Qué alivio he tenido, pues tenía pecados que, aunque son involuntarios, no me gusta tenerlos, pues con ellos me aparto de Jesús y le doy pena. Y como lo amo, más bien preferiría morir antes de ofenderlo.
Ayer y hoy no he comido caramelos, pues se los he ofrecido a Jesús, que le gustan más que a mí