17. Retiro de 1916

17. Retiro de 1916

Para hacer bien los ejercicios son dos cosas necesarias: 1° Tener ánimo y liberalidad; 2º Ponerse en manos de Dios.

1a. Meditación: Por Dios, de Dios y para Dios. Este es el fin de toda criatura. Fuimos creados por Dios. ¡Qué bondad la de Dios, pues nos tuvo en su mente una eternidad y después nos sacó de la nada! Soy un poco de barro, pero hay algo más grande en mí: mi alma, que Dios hizo a su imagen y semejanza. Luego lo único que tengo yo de valer es mi alma, puesto que es inmortal. Luego es más grande que el mundo, ya que éste tiene fin. Mi alma no es del mundo. De consiguiente, es de Dios, único capaz de saciarla porque es infinito. Soy de Dios. El me creó. Es mi principio y mi fin. Para ser enteramente de El debo cumplir perfectamente su divina voluntad. Si El es mi padre y conoce el presente, el pasado y el porvenir, ¿por qué no abandonarme a El con entera confianza?

Plática.- Sobre el examen particular. Sobre un pecado o defecto capital o para alcanzar una virtud.

2a. Meditación: ¿Para qué fuimos creados? Para servir y amar a Dios sobre todas las cosas. Dios dotó al hombre de razón para que comprendiera el beneficio de la creación. ¿Cómo debemos servir a Dios? Como sirve un criado a su amo, haciendo lo que a éste le plazca. Dios me manifiesta su voluntad. Si yo la cumplo, lo glorifico, pero haciendo siempre lo más perfecto. Para servir a Dios debemos ser indiferentes para todo aquello que no le da gloria. Debemos tener a Dios por fin en nuestras obras, mirar el amor que nos tiene en cada uno de los acontecimientos que nos envía, y mirarlo todo como escalones que nos acercan a El. Nuestro corazón no debe apegarse a las cosas del mundo sino a Dios. Tenerlo puro de todo amor desordenado, ya que todo es perecedero, y amar aquello que nos lleva a Dios.

3a. Meditación: El pecado es un monstruo. Los dos primeros pecados. Luzbel en el cielo, por un solo pecado de pensamiento, es convertido en demonio. Y yo ¿cuántos pecados he cometido en mi vida? Y Dios no me ha castigado; antes por el contrario, me ha colmado de gracias. ¡Cuántas veces me ha perdonado! Y arrojó por una sola desobediencia a nuestros primeros padres. ¿Con qué te pagaré, Dios mío? Apártate, oh pecado, de mí. Te aborrezco con terrible odio. Quiero ser de Dios. Quiero morir antes que cometerte. Perdón, Dios mío, perdón, bondad y misericordia infinita. Antes prefiero morir que ofenderte, aún con la más ligera falta. Te amo y el pecado me aparta de Ti.

Plática: Sobre las vanidades de la vida. Del amor ordenado que hemos de tener a todas las cosas. Que nuestro corazón ha de ser de la Sma. Trinidad… Quiero vivir dentro de mi alma de manera que siempre contemple a Dios en ella.

Hay tres clases de ánimo: 1º Cuando se está en pecado mortal, se es atraída por la sensualidad y se vive en ella. 2-° Cuando se está en gracia, se sienten paz, consolaciones interiores y deseos de ser buena. 3° Cuando el alma no siente ninguna consolación interior, pero siente los impulsos de la gracia y los sigue y resiste a la naturaleza. Es el estado mejor porque vivimos en la humildad.

4a. Meditación: La Magdalena arrepentida. ¡Ay, Señor, qué grande eres en tu misericordia! Yo me postro a tus pies y los lavo con mi llanto. Sí, Jesús adorado, yo pequé; pero Tú me has salvado. Vengo a humillarme delante de tu Ministro que te representa. SÍ, Jesús, Tú que perdonaste a la Magdalena, perdona a una más pecadora que ella. Yo te he amado toda mi vida y espero amarte hasta el fin. Perdóname; Jesús, que no sabía lo que hacÍa al ofenderte. Sí, Jesús; antes morir que ofenderte. Quiero, como Magdalena, retirarme a servirte para estar siempre junto a Ti. No quiero a nadie sino a Ti. Quiero unirme a Ti para siempre, porque la felicidad no consiste sino en amarte.

5a. Meditación: Parábola de un rey que invita a sus súbditos a la conquista de una tierra infiel. Jesús nos invita a la conquista del reinado de su Sdo. Corazón. Para esto debemos:

1° Reformarnos a nosotros mismos. Estar dispuestos a todos los sufrimientos para gozar después con El en el cielo. 2° Estar dispuestas a seguir a Jesús donde El quiera. El elige la pobreza, las humillaciones, la Cruz y exige para mí todos estos dones. ¿No se los recibiré gustosa después que El me creó prefiriéndome a tantas almas, que me conserva la vida, que me ha librado del infierno, más aún, que ha sufrido durante treinta y tres años toda suerte de trabajos y muere por último en una cruz como el más infame de los hombres, entre dos ladrones, mirado como facineroso, hechicero, traidor, loco, blasfemo? ¿Y yo no querré sufrir nada por su amor? Yo que soy una nada criminal, mientras que El sufre siendo un Dios que tiene derecho a ser adorado y servido por sus criaturas. Oh Jesús, aquí me tienes postrada ante tu Divina Majestad, llena de vergüenza y confusión de ver mi pequeñez, mi miseria y mis muchos pecados. ¿Hasta cuándo, Jesús mío, tendrás piedad de esta pecadora? Desde ahora me pongo en tus divinas manos. Haced de mí lo que queráis. Sí, estoy dispuesta a ser humillada para castigar mi orgullo. Quiero, Esposo adorado, vivir escondida, desaparecer en Ti, no tener otra vida sino la tuya, no ocuparme sino de Ti. Ahora también que estoy purificada, quiero que la Sma. Trinidad venga a morar en mi alma para adorarla y vivir constantemente en su presencia. Por último te digo que hago voto en presencia de la Sma. Trinidad, de la Sma. Virgen, de San José y de los santos y ángeles del Cielo, [de] no tener por Esposo sino a Jesús, único amor de mi alma.

J.M.J RESOLUCIONES A.M.D.G.

María, Madre mía, bendíceme.

1ª. Haré examen particular.

2ª. Practicaré el tercer grado de humildad, que consiste en buscar desprecios, deshonras, humillaciones con alegría y por amor a Jesucristo, considerándome indigna de sufrir algo por El.

3ª. Me levantaré y me impondré una mortificación, si me lo permiten, cada vez que caiga.

Jesús mío, ahora he visto que todo lo del mundo es vanidad. Que sólo una cosa es necesaria: amarte y servirte con fidelidad, parecerme y asemejarme en todo a Ti. En eso consistirá toda mi ambición. Quiero, pasar contigo por todas las afrentas con alegría Y si por mi flaqueza caigo, Jesús querido, te miraré en tu subida al Calvario y ayudada por Ti me levantaré. No permitas que te ofenda ni aún levemente. Prefiero mil muertes antes que darte la más ligera pena.

Madre mía, lirio entre espinas, enséñame el camino del Calvario. Guíame por esa senda de la mano. San José, custodio de vírgenes, guárdame.