18. La meditación, espejo del alma

18. La meditación, espejo del alma

1° de enero [1917]. Un año más hacia la patria. Cuántos beneficios recibidos y cuántas gracias desperdiciadas en este año que ha pasado (D 18). Y éste que viene, en su misterioso manto, quizás tendrá envueltas penas y felicidad de toda suerte. Apoyémonos en la Cruz. Ella es inmutable. Ni los siglos ni las tempestades la han quebrado. Spes única.

Enero 2 [1917]. Tengo pena. Me sangra el corazón. ¡Ah, mil vidas, si yo pudiera, ofrecería por él; todos los sufrimientos, Dios mío, enviadme y dadme gracia para soportarlos, con tal que él se convirtiera! Jesús mío, quiero acompañarte en el huerto en tu agonía. Quiero consolarte y decir contigo: «Señor, si es posible, que pase de mi este cáliz amargo, mas no se haga mi voluntad sino la tuya».

9 [1.1917]. Todos los días hago mi meditación y veo cuán gran ayuda es para santificarse. Es el espejo del alma. Cuánto se conoce en ella a sí misma. Jesús me ha dado a entender que para encontrar la perfección es necesario: 1º el amor a la oración; 2° el desasimiento completo de sí misma, es decir, el olvido de sí misma, que se alcanza uniéndose a Jesús tanto que no se llegue a formar con El sino una persona y atrayéndose siempre para sí lo que le gusta a Jesús: es decir, humillaciones, penas, etc., y también la caridad para con el prójimo. 3°, perfecta entrega de sí misma, es decir, la voluntad dársela a Dios.

He leído en la Vida de Santa Teresa que recomienda esta Santa para aquellos que principian a tener oración, figurarse el alma como un huerto que está lleno de hierbas y árboles dañinos y todo muy seco. Entonces que al principiar a tener oración, el Señor pone en él plantas hermosas y que nosotras debemos cuidar de ellas para que no se sequen. Para esto, siempre los que principian tienen que sacar agua del pozo, que cuesta, pues son las dificultades con que cada uno tropieza al principiar la oración.

Para mí es el respeto humano: que me vean meditando y me digan beata. También que a veces no puedo oír la voz del Señor, y esto me hace apartarme. Pero ahora estoy resuelta, cueste lo que costare, a hacerla todos los días. Voy a escribir las resoluciones que saco todos los días.

Enero 24 [1917]. Obediencia perfecta. Obedecer teniendo en cuenta que es a Dios a quien someto mi voluntad Mi obediencia ha de ser espiritual.

Enero 25 [1917]. Hoy he prometido a mi Jesús el cumplir su Divina Voluntad, aceptando con alegría lo que El mande. La esposa ha de unir su voluntad a la del esposo y someterse a El. Con cuanta más razón yo, que soy su esclava y que por gran favor, me ha hecho hija, hermana y esposa. ¡Qué mala y qué pecadora me encuentro!