24. Ser humilde. No hablar de mí misma

24. Ser humilde. No hablar de mí misma

Junio 22 [1917]. Me voy a proponer no nombrar jamás el Yo ni para bueno ni para malo. Quisiera llorar de reconocimiento porque ya se cumplió una intención: ya cumplió con la iglesia ese señor. ¡Ah, qué bueno eres, Jesús mío, cuánto te amo! ¡Oh Virgen, Madre mía, me habéis escuchado! Pero te pido más: la perseverancia y también la conversión del otro. Madre, te lo pido por Jesús.

Hoy he hecho dos grandes actos de humildad. Cuánto me han costado; pero la Virgen me ayudó. El otro día en el recreo hacíamos cuadros mudos. Entonces yo les dije que representáramos a la M. Asistente. Yo no me fijé que era falta de caridad, pero una chiquilla me lo dio a entender. Entonces comprendí lo mala que soy En vez de dar buen ejemplo, incito a las otras a pecar. Soy indigna de llevar la medalla de hija de María. Pero en fin, les pedí perdón a las chiquillas por el mal ejemplo que les di. Voy a decirle a la M. Izquierdo para que me rete y me humille lo más posible en la Congregación. Quiero ser humilde con Cristo crucificado.

Gracias a Dios, he hecho lo que Jesusito me pidió. Me he humillado por El. Aunque no se pueda decir que son humillaciones, pues soy una nada. Aún más, soy nada criminal.

Me he fijado en no nombrarme, en no hablar de mí. Cuesta bastante pero lo haré por Jesús, para consolarle. Anoche me dijo que sufría mucho. Se reclinó sobre mi corazón y allí lloró y yo con El. Me dijo que una nueva persecución se iniciaba contra El, y que amaba tanto a los hombres que no podía vivir sin ellos.

Todas las noches le doy un beso en el que le envío mi ser. Estoy tan cerca de su altar… Una puerta nos separa. Entonces me lo figuro prisionero y que le voy a abrir su prisión y lo traigo a mi corazón.

Hoy he procurado hacer todo el bien posible. Sin embargo no he sido bastante silenciosa; pues, aunque sea para dar consejos no debo hablar.