28. En cama. Rendida a la voluntad de Dios. Leyendo a Sor Isabel de la Trinidad

28. En cama. Rendida a la voluntad de Dios. Leyendo a Sor Isabel de la Trinidad

Julio. 10 [1917]. Estoy en cama constipada. No he hablado bastante con Jesús. Lo siento dentro de mi alma. Esta mañana tenía hambre de Jesús, pues no pude comulgar. Desde que me vine de Cha-cabuco, sólo un día he dejado de comulgar. Son ciento cuarenta y nueve comuniones.

Julio 13 [1917]. Hoy cumplí diecisiete años; un año menos de vida. Un año menos en distancia de la muerte, de la unión eterna con Dios. Un año sólo para arribar al puerto del Carmelo. ¡Oh Carmen! ¿Cuándo me abrirás tus puertas sagradas? Cuántas gracias me ha concedido el Señor y cuán mal le pago. Mi Jesús, perdóname mis ingratitudes.

Julio 15 [1917]. Sufrí bastante ayer. Me hicieron unos remedios que me dolían mucho; pero no me quejé. Estaba feliz porque sufría; pues sentía que en las espaldas me enterraban alfileres, pero me acordaba de mi Jesusito cuando lo azotaban y estaba muy feliz sin manifestar mi dolor. Sin embargo, la última vez, ni hablaba casi. Después me acosté; por lo que me preguntaron si me dolía. Pero yo les dije que tenía sueño. No mentía, pues era cierto.

La Rebeca me dijo que iba a perder los puntos; que me iban a pasar y que me fuera. Al principio sentí pena. Pero después pensé que la Virgen me había concedido los puntos y puestos y que ahora era la voluntad de Dios que me enfermara. Así es que estaría más contenta mi Madre viéndome resignada. Me puse contenta y dije que esa era la voluntad de Dios. Sobre todo, que yo le he pedido a la Virgen el premio, y espero con certeza me lo dará. Y si no, me dará el premio eterno, pues lo hago por cumplir con mi deber. Hoy me voy a mostrar alegre cuando me pongan los remedios. Por Jesús.

Estoy leyendo Isabel de la Sma. Trinidad. Me encanta. Su alma es parecida a la mía. Aunque ella fue una santa, yo la imitaré y seré santa. Quiero vivir con Jesús en lo íntimo de mi alma. Quiero defenderlo de sus enemigos. Quiero vivir una vida de Cielo, así como dice Isabel, siendo una alabanza de gloria: 1° Viviendo una vida divina. Amando con un amor puro a Dios. Entregándome a El sin reserva. Viviendo en una comunión íntima con el Esposo de mi alma. 2° Cumpliendo en todo la voluntad de Dios. ¿Cómo? Cumpliendo a cada instante, con alegría, mi deber. Nada me debe conturbar. Todo debe ser paz, como es la que inunda a los ángeles en el cielo. 3° Viviendo en el silencio; porque así el Espiritu Santo sacará sonidos armoniosos y el Padre, junto con el Espíritu, formará [en mí] la imagen del Verbo. 4-° Sufriendo, ya que Cristo sufrió toda su vida y fue alabanza de gloria de su Padre. Sufriré con alegría por mis pecados y por los pecadores. 5-° Viviendo una vida de fe. Mirando todo bajo el punto de vista sobrenatural. Reflejando a Cristo como en un cristal en nuestras acciones. 6-° Viviendo en un continuo hacimiento de gracias: que nuestros pensamientos, deseos y actos sean una acción perpetua de gracias. 7° Viviendo en una continua adoración, como los ángeles; repitiendo: «Sanctus, sanctus», etc. Y ya que no podemos constantemente estar en oración, al menos antes de cada ejercicio renovar la intención, y así seremos una alabanza de gloria y viviremos una vida de Cielo. Es más, debemos inflamarnos más en el celo de la gloria divina.