35. Rabias. Dudas. Jesús me hace falta. El fin de la carmelita. El oficio de Marta

35. Rabias. Dudas. Jesús me hace falta. El fin de la carmelita. El oficio de Marta

Jueves 18 de octubre [1917]. Hoy he tenido mucho que vencerme. He tenido rabia, pena de desobedecer y hacer mi voluntad. Me he aburrido y pensado que no tenía vocación; que era una ilusión, una pura idea; que me desesperaría después; en fin, tantas cosas. Pero le recé con devoción a la Sma. Virgen y oí en el fondo de mi corazón la voz de mi Jesús: “Aprended de Mí que soy manso y humilde de Corazón”. Y así se acabó mi rabia. Además hoy una Madre nos repartió dulces y, como me dio uno chico, me dio la rabia y lo boté y después no le admití el otro que me dio. Jesús querido, ¿qué dices de este soldado tan cobarde, tan imperfecto? Perdóname.
Otra vez seré mejor. Me arrojo en ese inmenso océano de amor de tu Corazón, para perderme en Él como la gota de agua en el océano [y] abismar así mi pequeñez en la grandeza de tu misericordia. Noto que estoy más orgullosa, pero, gracias [a Dios] que me ha iluminado con su gracia. Desde hoy quiero ser humilde; olvidarme de mí misma enteramente.

Octubre 23 [1917]. Hoy no pude comulgar porque estuve enferma esta mañana, Oh, qué hambre tengo de Jesús. Le amo pero no siento la dulzura de su amor.
No le veo. No importa. Se lo ofrezco a Jesús por mis pecados, por los de los pecadores y por la santificación de los sacerdotes. Estoy mucho más recogida.
Qué deseos tengo de andar enteramente recogida con los ojos bajos y dentro de mi alma con Jesús. Le amo. Sin Él no vivo. Me muero.

Octubre 24 [1917]. Le mostré a la M. Izquierdo mi libreta, y le llamó la atención el fin que tenía -por la santificación de los sacerdotes-, en mis acciones; pues no sabía que el fin de la carmelita es rogar por los sacerdotes, ya que ella es también sacerdote. Siempre al pie del altar ha de recibir la sangre de Jesús y derramarla por sus oraciones a todo el mundo.

Octubre 25 [1917]. No sé qué hacer para conseguir que el padre me deje mortificarme. Tengo tantos deseos de ayunar, de ponerme cilicios, pues veo la necesidad que tengo de mortificar no sólo la voluntad sino también mi cuerpo, Jesús mío, dame permiso de hacer penitencia. Madre mía, inspírale al padre el consentimiento. Mañana es viernes. Tengo que humillarme. Me voy a mortificar en guardar silencio y en mantenerme en una postura incómoda. Hoy lo hice en la clase de francés.

Octubre 29 [1917]. Mañana es día de recreo para las Hermanitas, así es que las Hijas de María las vamos a reemplazar tomando el oficio de Marta. ¡Qué feliz es el alma que vive de la fe! Mañana voy a servir, a ser sirviente, sierva, que es lo que me corresponde. Pero en la persona del prójimo voy a servir a Dios, a mi Jesús. Hoy no comulgué porque ayer salí por la procesión del Niño Jesús, por Ignacito. No le hizo el milagro, pero está mejor. Fue mi papá, por lo que tuve mucho gusto. ¡Oh, qué me le pedí a mi Jesús que lo sanara! Él está más enfermo que Ignacito. Ofrecí mi vida no sé cuántas veces. Anoche me acosté muy tarde y esta mañana desperté a las siete, así es que no pude ir.
Sin embargo, quizás si me hubiera apurado en levantarme, habría podido alcanzar. Qué pena tengo. Jesús me hace falta; mas hoy he pasado unida a Él.

Octubre 30 [1917]. He servido como Hermana todo el día. He gozado, pues me figuraba servir a Jesús. Hablé hoy bastante con Jesús. Me hizo ver la necesidad que tiene la carmelita de vivir siempre al pie de la Cruz, para aprender allí a amar y sufrir. Sufrir de tres maneras: [1°] La carmelita ha de mortificar su carne a ejemplo de Jesús agonizante. 2° Mortificar su voluntad, negándose todos los gustos y sometiendo su voluntad a Dios y al prójimo. 3° El sufrimiento del espíritu, del abandono de nuestro Jesús en la oración, en las luchas del alma, etc. Como Jesús que dijo en la cruz: “Dios mío, ¿por qué me habéis abandonado? La vida de la carmelita no es otra cosa: amar, llegar a la unión más perfecta con Dios, e inmolarse y sacrificarse en todo, ya que el sacrificio es la oblación del amor.