38. No tener voluntad propia. Disponibilidad

38. No tener voluntad propia. Disponibilidad

Noviembre 26 [1917]. Me siento tan mal que creí hoy que me iba a tener que echar a la cama, pues no me podía tener en pie. Pero Jesús me sostuvo y sólo pedí permiso para ir a tomar aire al huerto, y así me mejoré un poco, pues me dolía el pecho y no podía respirar. Que se haga la voluntad de Dios.

Noviembre 29 [1917]. La Madre du Bose me persigue a donde voy. Siento que me hierve la sangre de rabia, pero no miro a la criatura sino que Dios es el que le pone la idea de seguirme. Hágase la voluntad de Dios, y así me apaciguo.

Noviembre 30 [1917]. Fui a donde la Madre Izquierdo. Me habló sobre la vocación y me volvió a repetir otra vez que ella no me encontraba vocación ni salud para carmelita. En fin, hablamos mucho. Salí con pena. Es la única que no me encuentra vocación para carmelita. En fin, todo lo entrego en manos de mi Jesús. Esto es tan fácil: abandonarse a Jesús.

Diciembre-3 [1917]. Ayer salimos por el día. Veo el amor que tengo todavía a las vanidades: en arreglarme, en parecer bien; pero por suerte o por la gracia de Dios, no consentí, sino que rechacé todo pensamiento. Sin embargo, la vista se me iba al espejo y me miraba.
Diciembre. Me confesé. Me dio permiso para renovar el voto hasta la Pascua de Resurrección. Le conté al padre lo de la Madre Izquierdo. Que ella no creía que yo tuviera vocación para carmelita. Entonces, me dijo que Dios no elegía a una religiosa para manifestar su voluntad; que al confesor le daba la luz; que no hiciera caso y que tuviera confianza.
Me habló que lo que debía tratar de hacer -puesto que Jesús quería que fuese víctima- era hacer morir el yo. Para esto, no tener voluntad propia; no hablar de mí misma ni en pro ni en contra, como de un ser que no existiera, como una nada, ya que lo era y no sólo nada sino criminal; que me anonadara delante de Dios; que reconociera su grandeza y al mismo tiempo mi nada, mi bajeza.
Después me preguntó si estaba dispuesta a sufrir en el Carmen desolaciones, dudas, sequedades, etc. Yo le contesté que sí. Aún ahora las pido a N. Señor. Por fin, me preguntó si me gustaría tener una humillación en los exámenes y premios. Yo le contesté que no. Pero me dijo que si eso me servía para mi alma, lo debía desear. Así pues, [lo] deseo si ha de ser mejor.

Diciembre 8 [1917]. Renové mi voto. Jesús me pidió una total unión con Él, sin mezcla de criaturas ni nada de la tierra. Seguí la procesión, quisiera…

Diciembre 10 [1917]. Hoy, gracias a Dios, no me disculpé cuando me retaron. Jesús me ayudó. Me he sentido tan mal; me han dado muchas fatigas y me ha principiado un dolor de espalda de manera terrible. Me duelen la espina dorsal y el cerebro. ¡Oh, Jesús, cuándo me será dado vivir en Ti! ¡Oh, cúmplase tu voluntad y no la mía!

Diciembre 14 [1917]. Me salgo del colegio. Estoy con mucha pena y casi no puedo llorar. Sólo Jesús sabe lo que sufro; dejar para siempre este lugar donde he pasado horas tan felices, donde se vive en Nazareth, puesto que se vive con Él, sin nada peligroso para nuestra Inocencia, donde se nos enseña la virtud. Todo lo voy a dejar para entrar en el mundo, lleno de redes. Tengo miedo que las vanidades me encadenen. Señor, sólo te pido que me des sufrimiento. El me lleva a Ti.
Madre mía, sé Tú mi Madre. Acuérdate que me he dado a Ti. Guárdame pura, virgen, en tu Corazón Inmaculado. Que él sea mi refugio, mi esperanza, mi consuelo, mi soledad. Me pongo en tus brazos maternales para que Tú me coloques en los de Jesús. Me abandono a Él. Que se haga su santa voluntad.