He pasado días de cielo. A cada paseo me iba a estar con El en la capillita, junto a El. Hemos hablado tanto… Sentía muchas dudas acerca de mi vocación. Dudaba si ser carmelita, pero Jesús me decía que esa era su voluntad.
Me voy del colegio [12.8.1918]. Todo lo que sufro no es posible describirlo. ¡Oh Dios mío, cómo todo pasa y concluye! Cuánto nos apegamos a lo transitorio. No he llorado, pero el corazón lo tengo hecho jirones. He asistido a la apertura del semestre y al ver que ya no tendría ningún cargo, sentía que se me destrozaba el corazón. Adiós, Madres que me habéis enseñado el camino de la virtud, que me habéis mostrado el camino de la dicha más cumplida aquí en la tierra y el camino del Cielo. Adiós, morada del Corazón de Jesús, donde tres años he vivido contigo. Adiós, compañeras tan queridas, adiós. Vuestro cariño quedará para siempre en ni memoria. Adiós, adiós [a] todo. Me voy con El. Lo sigo y soy feliz. No lloraré. Quiero ofrecer con generosidad el sacrificio a Dios. Todo por Ti, Jesús, hasta la muerte.
Resoluciones para mi vida entera:
1ª No dejaré jamás mi meditación, mi Comunión y misa.
2ª Haré examen particular y rezaré mis oraciones de la mañana y de la noche de rodillas.
3ª Haré lectura espiritual y conservaré en mi alma un recogimiento que me mantenga unida con Jesús y separada por completo del mundo.
4ª Tendré carácter. Jamás me dejaré llevar por el sentimiento por el corazón, sino por la razón y mi conciencia.
5ª Cumpliré la voluntad de Dios con alegría, tanto en las penas como en las alegrías, sin demostrar jamás en mi cara lo que pasa en el corazón. No llorar jamás, teniendo presente lo de Santa Teresa: Es preciso tener corazón de hombre y no de mujer.
6ª No me dejaré llevar jamás del respeto humano, tanto en mi manera de conducirme como en mis palabras.