San Pablo, 15 de enero de 1919
Señoritas Elisa y Herminia Valdés Ossa
Queridas niñitas:
«Ojo. No la lean delante de todos. Retírense a su cuarto y allí, en la soledad, hablaré a sus corazones».
Ayer llegué al fundo y, como hacía varios días que estábamos por venirnos, me había sido imposible el escribirles por los quehaceres y preparativos del viaje. Pero apenas tengo aquí un rato libre, lo aprovecho para enviarles mis cariños y recuerdos.
Mucho les agradecí sus cartitas, pero ojalá que sean constantes, sobre todo esa Gorda. En la Eli confío más, pues le gusta escribir, aunque quién sabe si a mí no.
El viaje es bastante largo. Nos vinimos en [el] tren de 8 y media, y llegamos a las 5 y media. A mí me ha encantado aquí, pues es muy rústico. Anoche me reía muchísimo, pues como todavía faltaban algunas cosas, nos tuvimos que arreglar de cualquier modo; con lo que yo gozaba, pues como Uds. saben, soy un poco campesina .
Lo único que me hace tener pena es que mi mamacita no se vino, pues Juan Luis Domínguez está muy mal. Con bronconeumonía y congestión cerebral. Los doctores no dan ninguna esperanza y hace 3 días está como un tronco. ¡Pobre chiquillo! Si Dios se lo lleva, va a descansar de sufrir, pues toda su vida ha sido un sufrimiento continuo. ¡Feliz él que lo ha sabido llevar con una paciencia admirable! Yo creo irá derecho al cielo.
Ayer, después que llegamos, fuimos a andar hacia el río Maule, que presenta un espectáculo encantador y está muy cerca de las casas. Todo aquí es muy pintoresco. Hay paisajes ideales. ¿Te acuerdas, Gordita, de nuestros paseos al río en Cunaco? Ayer, al pasar una acequia bastante ancha, me acordé de los apuros que pasamos las dos para ir al río en la parte de los sauces.
En Santiago lo pasé regiamente. Fuimos un día al fundo de las Salas González donde gozamos; lo único que fue muy cortito el viaje. Y otro día fui con mi mamá por el día a Llay-Llay. Gocé ese día, aunque el viaje es un poco largo y la estadía en ésa muy corta. Se me pasó ese día en un suspiro. Me acordé de la Eli, que le gustan tanto esos paseos por el día. Les aseguro: doy gracias a Dios de pasarlo bien en todas partes, pues donde me lleven paso feliz; lo que no les sucede a otras chiquillas, que en todas partes se latean.
En Santiago me acordaba de la Herminia constantemente, pues seguramente habría pasado feliz en tanta soledad, porque no había casi gente. Ya, Gordita, no te habrían molestado ni para hacer ni recibir visitas.
Supe que todavía tienen misa. Acuérdense de mí cuando estén en su reino, pues aquí no tenemos sino los domingos. Gocé con las coloradas de Jaime. ¡Qué chiquillo de más suerte! Pero estoy sentida con él porque no fue capaz de ir a la casa ni un segundo.
Saluden a su papá y mamá, y un recuerdo respetuoso para los Padres. Y Uds., queridas hermanitas, reciban el inmenso cariño junto con un sonoro beso y un tiernísimo abrazo de vuestra hermana, que las aborrece
Juana, H. de M.
Dispensen borrones, etc., porque todavía no he sacado goma ni ninguna cosa. No la muestren, se lo ruego. Rómpanla inmediatamente. Sean obedientes; pues, niñitas, el hombre obediente cantará victoria. Saludos a la Juana y Elvira. Cuéntenme de las misiones, del catecismo, de la Gorda, del piano y harmonium, de las Ave Marias de la Eli. Gordita, ¿te nació corona en Paula? Por favor, cuéntame lo mismo de tu mamá. Y Jaime, ¿recibió la tonsura? Mira que todas estas cosas me son altamente interesantes. Adiós y el eco repite: A Dios.
Estoy feliz. Canto todo el día. Gozo en paz y tranquilidad, más de lo que Uds. se imaginan. Suspiro, ay, por verlas.
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