50. Consejos del Padre Cea. Pacto con él.

50. Consejos del Padre Cea. Pacto con él.

Febrero 10 [1919]. ¡Qué bueno es mi Dios! Estamos en misiones con el Santísimo y con comunión y dos misas diarias. Me paso a sus pies. Me siento muchas veces desfallecida de amor. Me anonado en su presencia al verme tan miserable a pesar que me llena de favores. Todo lo que hago es por su amor. Vivo en una continua presencia de Dios. Los Padres que han venido son muy santos. Uno, el Padre Cea,l parece penetrar las almas. Me confesé y le dije que deseaba ser carmelita. Dio gracias a Dios por ello pues las considera unas santas. Le consulté acerca de mi oración y me dice que no haga ningún caso de las locuciones interiores sino de los efectos que hacían éstas en mi alma. Que dijera todo al confesor lo que N. Señor me decía.

Me dijo que para llegar a unirse con Dios lo

1º primero era despojarse de las criaturas;

2º Despreciarse a sí misma;

3° La presencia continua de Dios.

– Me dijo que hiciera todo por Dios, por su amor, no teniendo sino este fin.

– Me dijo pensara a menudo en la bondad de Dios, en su grandeza y en mi nada; en el número de almas que se pierden, perdiéndose así la sangre de N. Señor.

– Que consolara y reparara tantos pecados.

– Que los sábados pensara en las virtudes de la Virgen y que cada día buscara algo nuevo para que así no me cansara: los viernes, de la Pasión, etc.

– Que la humildad la adquiriera humillándome, considerándome pecadora y la última de todos.

– Que cuando viera un defecto en las personas, pensara en sus cualidades y que esos defectos podían ser permitidos por Dios para humillar a la persona que los tenía, y en cambio ser interiormente muy agradable a Dios, mientras yo tenía peores y más defectos que ella.

– Que viera lo poco que valía ante Dios y que sirviera a todos como si fuera una esclava, pues lo era por el pecado.

Después hice confesión general para humillarme y me conociera lo mala que soy y los favores que Dios había obrado en mí. Me dijo que hiciéramos un pacto: que él rezaría mucho por mí y yo lo hiciera por él. Me dio una Santa Teresa con un verso y otro santo con el ideal de la carmelita y una oración del Padre Claret a la Virgen y me dejó un «Tratado de la perfección religiosa» por Nieremberg. Qué bueno eres, Señor, con esta nada criminal. Cómo eres Tú el que pones interés en mí para que me lleven a Ti. No sé cómo pagártelo.