La perfección de la vida está en el acercamiento a Dios. El cielo es la posesión de Dios. En el cielo a Dios se le contempla, se le adora, se le ama. Mas, para llegar al cielo es preciso desprenderse de la tierra. Y la vida de la carmelita, ¿qué es sino contemplar, adorar y amar a Dios incesantemente? Y ella, ansiosa de ese cielo, se aleja del mundo y trata de desprenderse, en lo posible, de todo lo terreno.
La delicia de Jesús cuando estuvo en la tierra era la casa de Betania, su morada predilecta. Allí era íntimamente conocido de Lázaro, servido por Marta y amado locamente por María. La carmelita reemplaza ahora cerca de Jesús esa vida íntima. Ella la estudia para amarlo y servirlo según su voluntad. Es su refugio en medio del mundo, es su morada predilecta con sus escogidas.
La carmelita sube al Tabor del Carmelo y se reviste de las vestiduras de la penitencia que la asemejan más a Jesús. Y, como El, ella quiere transformarse, transfigurarse para ser convertida en Dios.
La carmelita sube al Calvario, allí se inmola por las almas. El amor la crucifica, muere para sí misma y para el mundo. Se sepulta, y su sepulcro es el Corazón de Jesús; y de allí resucita, renace a nueva vida y vive espiritualmente unida al mundo entero. XI-1919.
Día de la Presentación de la Sma. Virgen [21.11.1919].
1º. Vivir sólo para Dios, es decir, con el pensamiento fijo en El, rechazando todo lo inútil. Vivir completamente eclipsada para las criaturas, no hablando nada de mí misma, no dando mi opinión en nada si no me la preguntan; no llamando la atención por nada, ni en el modo de hablar ni de reír, ni en las expresiones, ni aun hablar de mí misma para humillarme, en una palabra, que la nada criminal desaparezca.
2°. Ser fiel en todo lo que me pide Jesús. Ser fiel en los detalles. Ser fiel para practicar lo que me adviertan y en hacer las cosas con perfección.
3°. Entre día, guardar silencio riguroso y no hablar ni aun con N. Madre, si ella primero no me habla.
4º. Vivir el momento presente con fe.
5°. No reírme, ni hacer señas a mis hermanitas entre día.
6º. En los recreos tener mucho dominio de mí misma para estar siempre alegre, pero sin pasarme los limites de la modestia religiosa.
7°. Considerar que nuestra Madre es como una custodia, donde está Jesús expuesto y mis hermanitas son hostias donde Jesús mora escondido. A nuestra Madre la amaré, porque élla me representa la autoridad de Dios y su divina voluntad. Amaré a mis hermanitas, porque son ellas imágenes de Dios y porque Jesús me dio un precepto.
8°. No hablar de cosas espirituales y hacer como que nada sé ni entiendo.
9°. Jamás manifestar que sufro, a no ser que nuestra Madre me lo pregunte.
10º. No buscar consuelo en nadie, ni aun en Jesús, sino que pedirle me dé fuerza para sufrir más.
11°. Considerarme siempre como un ser despreciable, tanto a las criaturas como a Dios, y aceptar alegre las humillaciones, los olvidos de las criaturas y de Jesús sin abatirme.
En fin, siempre procuraré obrar lo que crea más perfecto.