11. A Carmen de Castro Ortúzar 4 de febrero de 1917

11. A Carmen de Castro Ortúzar 4 de febrero de 1917

Chacabuco, 4 de febrero de 1917 

Señorita Carmen De Castro O. 

Mi querida Carmenchita: 

Antes de empezar mi carta, quiero ponerme a tus pies y decirte «mea culpa», y prometerte que nunca más lo haré; pues no te he escrito, porque has de saber que soy una insigne perezosa. Así es que en tu próxima carta te doy permiso para que me retes a pasto, pues reconozco que lo merezco. 

No tengo nada que contarte, pues no hemos salido a caballo nada más que sólo 10 veces desde que estamos aquí. ¿Qué te parece? Cuando nosotras antes salíamos tarde y mañana. En las tardes solemos salir a andar a pie, y casi siempre vamos a una ermita de la Sma. Virgen en un cerro. Ahí rezo y le pido por ti. Aunque tú creas que te he olvidado, no es así. 

Te diré que lo que te voy a contar prefiero decírtelo cuando estemos solas. Mucho gusto me dio que estés pasando tan bien y que tengas hartas chiquillas con quienes juntarte. También te diré que me quedé encantada con tu noticiosa carta, y de lo bien que empleas el tiempo. 

Nosotras pasamos los días leyendo y tejiendo debajo de los árboles–leímos en común «Relato de una Hermana» que yo lo leo por segunda vez, pues me encanta-, y rezando, por supuesto. No te figuras lo cortos que se me hacen los días y lo ligero que se me pasan, pues ya principio a pensar en esa terrible entrada al colegio, el 8. ¡Ah, qué feliz eres tú con no tener que pensar en esto! Pero, gracias a Dios, es el último año. Sólo que yo quisiera entrar -me parece que entraré- a hacer primera por un semestre, aunque no sé nada, pues depende de muchas cosas que consultaré contigo. Por favor, que quede esto entre las dos, pues te parecerá muy raro. 

El 10 tendremos la dicha de ir a Lourdes -y creo firmemente- a presenciar el milagro de Nanito. ¡Oh, cuántas impresiones grandes te contaré en mi próxima! Te ruego que todos estos días le reces a la Virgen hasta el 10, y también que te acuerdes pedirle todos los días en la sagrada comunión. Te aseguro que te envidio con toda mi alma por la S. comunión; pues yo hace un mes justo que no comulgo. Acuérdate de mí, pues, cuando lo hagas. 

Adiós, querida pichita. Cada día te quiero más y te echo tanto de menos; y quién sabe cuándo nos veremos, pues Uds. se vendrán tarde de Cartagena y nosotras entraremos al colegio. 

Saluda a tu mamá de parte de la mía, y a todos tus hermanos, especialmente a la Inés. Y tú, querida Carmen, recibe un fuerte abrazo y beso de tu vieja e ingrata amiga. 

Juana 

P.D– La Rebeca me encarga te salude, lo mismo que a la Inés. 

Por favor cuéntame todo, y también si pololeas y todas tus impresiones, como lo hacías el año pasado y como en tu última carta. Perdona esta latosa y pesada carta y no la muestres. Adiós, pichita.

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