17. A su padre 27 de diciembre de 1917

17. A su padre 27 de diciembre de 1917

Santiago, 27 de diciembre de 1917 

Señor Miguel Fernández J. 

Mi querido papacito: 

No se imagina lo presente que lo he tenido en estos días de Pascua. Hubiéramos sido felices si Ud. 

hubiera estado aquí. Y no le escribí ese día para enviarle noticias de los paseos que hemos hecho en ellos. 

Salimos el 20 del colegio. Las dos salimos muy bien en los exámenes y sacamos premios. Lucho obtuvo todos los premios de su clase. Nos acordamos de Ud. en la proclamación de los premios de la Universidad, pues hubiera gozado viéndolo tan premiado; ya que un padre es feliz con el éxito de sus hijos 

El 25 fuimos a la revista de gimnasia de la Escuela militar, que resultó admirablemente bien presentada; pero Chiro no mandó. Presentaron un curso de caballería que hizo varios ejercicios de salto y también con la lanza. Los hicieron sin equivocarse en nada. Otro curso fue de gimnasia. Formaron una escuadra en una figura. Saltaban como dos metros. En fin, por último cantaron un himno muy bonito. 

El día de Pascua me vino a buscar una chiquilla para ir a la Alameda. Estaba llena de gente conocida. Vendieron -entre [calle] Colegio y Manuel Rodríguez- niñas conocidas en unos quioscos; y el producto de la venta era destinado para los niños pobres: pero era un verdadero salteo, pues por cualquier cosa pedían 20 ó 30 pesos. 

Nos preparamos para gozar en Algarrobo. Nos han dicho que con caballos se pasa muy bien. Lo único que sentimos es que Ud. no vaya con nosotros; y ya sabe Ud., papacito, que no somos dichosas cuando no está Ud. 

Todos aquí muy bien, excepto la Lucita que cayó con fiebre anteayer. No se sabe qué pueda ser. Se le dio purgante esta mañana, pero siempre sigue con 38 grados. No enviaré la carta hasta la tarde, para comunicarle lo que el doctor diga. 

Ignacito está feliz con los juguetes de Pascua, que cree con infantil candor se los ha traído el Niño Jesús. 

Y a Ud. papacito, ¿cómo le va en sus trabajos? No dejo de rogar a N. Señor para que recompense sus perpetuos sacrificios. Véngase pronto. Lo echamos tanto de menos… Reciba cariñosos saludos de mi mamá y hermanos, y Ud., mi querido papacito, reciba, en un beso y abrazo, todo el cariño de su hija que más lo quiere y no lo olvida un instante, 

Juana 

P.D.–El Doctor dijo que creía era infección intestinal; pero que podía resultar tifus, si no se cuidaba. Mi mamá teme, pues tiene mucho dolor de cabeza. Adiós, papacito.