20. A la Madre Angélica Teresa 1 de febrero de 1918

20. A la Madre Angélica Teresa 1 de febrero de 1918

Algarrobo, 1° de febrero de 1918 

Rda. Madre Sor Angélica del Smo. Sacramento 

Reverenda Madre: 

Creo que mi carta se ha perdido, pues no he tenido noticias de ese querido convento. En ella, Rda. Madre, le expresaba mis agradecimientos por la maternal acogida que se dignó dispensarme, y también por los hermosos recuerdos que me envió. También le deseaba un feliz año para Ud., Rda. Madre, y toda la comunidad. 

Estamos pasando unas vacaciones muy tranquilas y felices, donde he podido continuar los mismos ejercicios de piedad que hago en el colegio. 

Cada día, Rda. Madre, pienso más en el Carmen y deseo más ardientemente irme a encerrar en ese «cielito». Más ahora que tengo que tratar con gente del mundo. He visto que la felicidad en el mundo no existe, y siempre su trato me deja un vacío que lo llena por completo N. Señor cuando estoy con El en la iglesia. 

Todo lo que veo, Rda. Madre, me lleva a Dios. El mar en su inmensidad me hace pensar en Dios, en su infinita grandeza. Siento entonces sed de lo infinito. Cuando pienso que cuando sea carmelita, si Dios lo quiere, tengo que abandonar todo esto, le dijo a N. Señor que toda la belleza, lo grande lo encuentro en El. En cambio en el mundo todo es chico, pasajero, y que nada quiero si no a Jesús. 

Estoy leyendo la Vida de Santa Teresa. ¡Cuánto me enseña! 

¡Cuántos horizontes me descubre! ¡Qué bien pinta la vocación de carmelita para aquellas que la siguen! 

Le ruego que me diga si es verdad que para entrar en el Carmen se necesitan dos años fuera del colegio. Porque si esto es verdad, conseguiría con mi mamá que me sacara este año. Se me hace muy largo el tiempo para ser toda de Jesús. Le agradecería me enviase la dirección de la Chela Montes, pues se me olvidó preguntarle. 

Rda. Madre, rece para que me dé a El; para ser un poco, no, digo mal, para ser igual a mi Divino Ideal; para que vivamos dentro de mi alma en mutua comunión. Rece para que Jesús prepare mi alma para serle una esposa menos indigna, sobre todo humilde y obediente; para que encienda en mi corazón, pobre y miserable, la llama del Divino Amor. 

Le ruego, Rda. Madre, que en su próxima carta, si tiene la bondad de contestarme, me hable de la humildad, de la vocación de carmelita pues sus cartas me hacen mucho bien. Ruegue a N. Señor que sea de su voluntad el llamarme a ese querido palomarcito, pues quiero sólo cumplirla. 

Encomendándome con mi mamá -que me encarga la salude- a sus oraciones y a las de esa comunidad, se despide su pobre hija en Jesús 

Juana Fernández, H. de M. P.D. -La dirección es: Casablanca, Algarrobo,

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