J.M.J.T. Santiago, 12 de enero de 1919
Rda. Madre Sor Angélica Teresa del Smo. Sacramento
Mi Reverenda Madre:
Todavía estoy gozando con el día que pasé cerca de mi querido palomarcito. Pero cuánta verdad es que junto a las rosas están las espinas. El recuerdo del día de ayer me trae felicidad, pero al mismo tiempo mucha pena, mucha nostalgia. Y, si antes me consideraba desterrada, hoy lo soy doblemente. Sin embargo, no deseo irme hoy, por que N. Señor quiere me vaya en mayo. ¡Bendita sea su adorable voluntad!
Mi Madre tan querida: ¿cómo le podré expresar el agradecimiento que siento hacia Ud., Rda. Madre, y mis queridas Hermanitas? Desde el fondo de mi corazón les digo: «Dios se lo pague». Es lo único que puedo decir. El es todo poder y toda bondad, y pagará con creces por esta miserable todo el cariño que me demostraron. Yo soy indigna de ello.
La sola vista de mi conventito inundó de gozo mi alma. Su pobreza me atrajo. Sus palabras, sus consejos, la vista de mis Hermanitas me hicieron comprender dos cosas: 1ª, que allí vive mi Dios íntimamente unido a cada alma; pues inmediatamente cesaron mis dudas, terminó mi lucha y mi alma quedó sumergida en gran paz, pues era donde Dios me llamaba; 2ª, que en esa vida, a pesar que se sufre, todo es alegría y felicidad para el alma que se ha dado a Dios.
Bien lo demostraron mis hermanitas. ¡Qué bueno es N. Señor que me llama a una vida tan perfecta! Hoy más que nunca me lo ha dado a comprender mi Jesusito. Me quedo abismada al ver cuán indigna soy de vivir en medio de esos ángeles. Dígales, mi Madrecita querida, que recen por mí, para que sea este tiempo que falta una verdadera preparación para mi vida religiosa. Que cumpla en cada instante la voluntad adorable de Dios con esa alegría que la cumplen ellas.
No le escribo más largo, porque ya no puedo más, al ver lo bueno que es N. Señor para conmigo. Pídale que corresponda a tanto amor amándolo con locura, sobre todo en las obras, pues con ellas se demuestra el amor.
Mi mamacita está muy agradecida -y me dice que se lo diga- lo mismo a mis Hermanitas.
Con saludos cariñosos para cada una de ellas, se despide su hija que pide sus oraciones y que le está muy unida en nuestro Señor,
Juana, H. de M.
Salude, por favor, a la Sarita y dele las gracias de mi parte.