53. Al P. José Blanch, C.M.F. 22 de enero de 1919

53. Al P. José Blanch, C.M.F. 22 de enero de 1919

San Pablo, 22 de enero de 1919 

Reverendo Padre: 

Aprovecho que escribe mi mamá para enviar la mía. Tuve la felicidad, gracias a N. Señor, de conocer el conventito de Los Andes. Sólo su vista, de aspecto pobrísimo, me encantó. Mucho cambio se ha producido en mi desde entonces acá. Estoy resuelta enteramente a ser carmelita, pues hablé con M. Angélica, quien me expuso la vida de la carmelita, y además me prestó un libro del Padre Blot en el cual da a conocer la misma. Todo fue providencial, Rdo. Padre, pues apenas entré en el locutorio, cuando sentí una felicidad tan grande, una paz inexplicable y sentía interiormente que ese era mi convento. Su soledad, su apartamiento del mundo, me encantó, lo mismo que su mucha pobreza. Estuve con todas las monjas. Me las presentaron a cada una sin la cortina que las oculta, y no pude menos de admirar la alegría e intimidad y sencillez que reina entre ellas. Para otra vez escribiré más largo. 

Mucho agradecí su carta que me vino a confirmar en mi resolución; ya que he visto que Dios me ha dado cualidades para esa vida de oración y de soledad. 

Rece mucho por mi para que corresponda a tantas gracias, pues me considero cada día más indigna. Si soy carmelita, mi nombre será Teresa de Jesús, nombre que considero muy grande para mi pequeñez en virtudes. 

Aquí no puedo comulgar. Tengo hambre de mi Jesús. Acuérdese de mi en la santa Misa siquiera una vez, Rdo. Padre, 

Juana