83. Al P. Julián Cea, C.M.F. abril de 1919

83. Al P. Julián Cea, C.M.F. abril de 1919

JESUS Santiago, abril de 1919 

Rdo. Padre Julián Cea 

Rdo. Padre: 

Ayer, al volver del fundo de unas amigas, me encontré con su carta que de tanto provecho ha sido para mi alma. La carta anterior también la recibí, pero no quería contestarla hasta no darle la noticia del consentimiento de mi papacito. Gracias a Dios, lo tengo para el 7 de mayo. No puedo dudar es un milagro de San José, pues fue el domingo 3-° de los dedicados a este santo. No tengo cómo agradecerle a mi Jesús tanta bondad para con esta alma tan miserable e infiel. Estoy feliz al contemplar las puertas de mi Carmelo ya abiertas para recibirme. Sólo me restan 20 días más o menos, y después… el Calvario, el Cielo. Ya estoy subiendo su cima. El dolor de la separación es tan intenso, que no hay palabras para expresarlo. Sin embargo Dios me sostiene y aún cuando veo que todos los míos lloran, permanezco sin hacerlo, sin demostrar siquiera pena. Es esto lo que me pide N. Señor. Más aún, que ni siquiera diga a nadie que sufro; que ante los demás permanezca como insensible. Créame, Rdo. Padre. Esto es horrible; pero cuento con la gracia de Dios que en estos momentos sobrepasa todo límite. 

Sus cartas me infunden ánimo. Dígame si hay otra manera de realizar el sacrificio más perfectamente, pues yo quiero dar a Dios lo más que pueda darle. Continúo en las mismas disposiciones de espíritu, pero verdaderamente que me encuentro con la gracia de Dios muy por encima de todo lo que siento. Lo amo, pero sin sentir ese amor como me sucedía antes, que me sentía sin fuerzas y desfallecida. Ahora no es as;; estoy más unida a El, pero sin sentir nada. 

¡Cuánto le agradezco el interés que tiene por mi alma! Que Dios se lo pague. En mi subida al Calvario lo tengo muy presente. Acepto con sumo agradecimiento el convite que me hace para ofrecernos como mártires. Es todo mi ideal. Sin embargo, nunca le pido a N. Señor esta gracia porque soy demasiado indigna de ella. Además creí que era más perfecto no pedirle nada más que el cumplir su voluntad, y fuera de ello no deseo nada más. 

Pero hace un año -creo- N. Señor se me reveló un día cuando estaba expuesto, con una caridad infinita. Entonces me hizo comprender su amor no correspondido por los hombres. Me pidió me ofreciera como victima de amor y expiación y me aseguró iba a sufrir mucho en mi vida. Después de esto, yo no quise sin consultarlo al confesor ofrecerme como víctima, y me dio permiso, pero por cierto tiempo. Tuve varios meses muchos sufrimientos interiores, pero cesaron después. 

Le ruego que el viernes santo a las tres, si no es mucho pedirle, me ofrezca a N. Señor para siempre por sus manos de sacerdote. Dios no rehusará esta ofrenda completa de todo mi ser para ir despedazada y martirizada por su amor. Que yo sea toda de El y para siempre. Ofrézcame, le ruego, con una amiga íntima que tiene mis mismos ideales y un alma parecida a la mía, aunque mejor; es una santita. Rece para que Dios le manifieste su voluntad, pues, aunque desea ser carmelita, no puede pedir el permiso… 

Le vuelvo a repetir: Dios le pague por todas sus oraciones, sobre todo, por la gran bondad que tiene en recordarme durante la Consagración. Le aseguro me ha hecho feliz, pues ten(a ansias verdaderas de que un sacerdote me ofreciera y bañara en esa sangre divina. Me considero muy indigna de semejante ofrenda. Pero creo que, a fuerza de tantas oraciones, Dios completará en mí la obra de mi santificación. Seré santa con la gracia de Dios. 

Ruegue por los míos, para que El les dé valor para darme a mi Divino Esposo Jesucristo. Adiós. Junto al Divino Crucificado encontrara a esta indigna carmelita que ruega porque sea un santo mártir misionero del Corazón de Maria. 

Su affma en J.M.J.T Teresa de Jesús