12. A Graciela Montes Larraín

12. A Graciela Montes Larraín

Querida Chelita: 

El otro día no te lo dije, porque me daba vergüenza y no podía, pero me decidí a decírtelo, y es que yo tengo inclinación para hacerme carmelita. Me encantan; pero no sé si seré monja. Si soy, seré carmelita. Tengo tantas dudas como tú no te imaginas. Ayúdame tú, por favor. Dame a conocer la Regla de las carmelitas. 

Yo sé perfectamente que soy muy mala, que no merezco esta gracia tan grande (el que Nuestro Señor me elija por esposa). Soy tan indigna… Me ha llenado de gracias, y yo he sido muy ingrata. Tú me pides consejos a mí, y yo los necesito más que tú. A mí me pasa que veo que todo lo del mundo es vanidad; que la felicidad que podemos encontrar aquí en la tierra está en servir a Dios; pero yo no sé si tendré vocación. A mí me encanta rezar. Quisiera que mi vida fuera una continua oración, porque ella es la conversación que tenemos con Dios. 

Ayúdame, por favor, a ser buena. Dime tú lo que te propones hacer en el mes del Sdo. Corazón. Preguntémosle a Jesusito qué piensa de nosotras. Consagrémonos a El. Démosle nuestro corazón, nuestra libertad y todo lo que tenemos. Le gusta mucho a Nuestro Señor morar en nuestra alma. Ofrezcámosela para que viva en ella. Entonces los momentos en que no tengamos que estudiar, hagámosle compañía ofreciéndole nuestro amor, consolándolo y reparando nuestros pecados y los del prójimo. 

Por favor, te ruego, que me digas mis defectos: los que tú veas porque yo me tengo compasión y no me los echo en cara lo bastante. Soy muy orgullosa y quiero ser humilde. Ayúdame tú. Y soy rabiosa. Me impaciento por todo. Así, cuando tú veas la menor señal, avísame, te lo ruego.

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