J M J T Santiago, 14 de octubre de 1918
Rda. Madre Sor Angélica Teresa del Smo. S.
Reverenda Madre:
Imposible me sería dejar pasar el día de mañana sin enviarle mis más cariñosos recuerdos a Ud., Rda. Madre, y a esa querida comunidad. Hace días que espero con ansiedad la fiesta de nuestra Santa Madre y mañana pasaré con el corazón muy unido a ese palomarcito. Pídale a nuestra Madre que pronto me admitan entre sus hijas y que me dé el verdadero espíritu de una carmelita.
Al principio de mi salida del colegio creí, Rda. Madre, que tendría un poco más de tiempo libre y le podría escribir con más frecuencia; pero ha resultado lo contrario. Créame que no tengo un instante libre. Ya sea una cosa, ya otra, me ocupan incesantemente. En fin, doy gracias a Dios, porque es señal que me quiere cuando desea que lleve una vida de abnegación. Créame, Rda. Madre, que basta que tenga un deseo, un plan, para que todo salga al revés. A veces me siento desalentada. Quisiera llorar y hacer mi voluntad, pero me digo: ¿este es el papel que debe hacer una carmelita? No; adelante. Es preciso el sacrificio, la renuncia de nuestra propia voluntad para llegar a la unión completa con N. Señor.
Mi resolución de retiro fue sacrificarme por todos. ¡Cuánto cuesta a veces ese sacrificio continuado! Rece mucho, Rda. Madre, para que sea muy fiel a N. Señor. Soy tan indigna y miserable que caigo muchas veces; pero N. Señor, tan misericordioso, me da la mano para levantarme y me auxilia con su gracia en las luchas que sostengo.
No sé si me vaya con mi hermana casada al campo por el mes de noviembre. En caso que sí, no podré comulgar ni un solo día en el mes de María. Además, no sé cómo me arreglaré para hacer mis ejercicios de piedad; pues como está algo delicada de salud, tendré que estar siempre a su lado para cuidarla. En fin, me abandono a la voluntad de Dios. El sabe mejor que yo lo que me conviene.
No sé si le cuento en mi otra carta que ya es casi seguro que me iré con Elisita al campo, para dar las misiones en su fundo. Nos iríamos el 28 de este mes. Me encantaría pasar con ella un tiempo, pues si nos da permiso nuestro confesor, seguiremos en cuanto podamos el reglamento de una carmelita que lo tengo desde las vacaciones anotado. Me lo dio una niña que estuvo en el Carmen y que tuvo que salirse por falta de salud. Rece, por favor, para que lo podamos hacer.
Yo creo será muy difícil podamos ir a Los Andes. Sería demasiado bueno, Rda. Madre, el realizar un
viaje a ese conventito, y quiere N. Señor que, cuando vaya, me quede para siempre prisionera en ese cielo. Ojalá sea luego.
Mi mamá me encarga le envíe el más cariñoso recuerdo, y que mañana las tendrá muy presente, y le ruega, Rda. Madre, rece, pero mucho, por una intención muy grande que tiene, la que ha encomendado a la Sma. Virgen, dándole de plazo hasta el 8 de diciembre para que se cumpla. Dice que ojalá se la encomendara a Sor Isabel de la Sma. Trinidad; pues varias de las intenciones que envió para su profesión se han cumplido, lo que hace que le inspiren mucha confianza sus oraciones.
Rece, Rda. Madre, por esta pobre desterrada para que pronto sea una santa carmelita. Dígale al Señor que me haga sufrir mucho para que, por este medio, me haga ligero un poco menos indigna del favor tan grande a que me ha destinado. Pero eso sí, que me dé su gracia para sufrir. Pídale para mí estas tres virtudes: pureza, humildad y caridad. Con ellas me consideraré rica.
Creo que principian a calcular que tengo vocación, pues quieren que salga más. Así es que cada día tengo que disimular más, pues cuando sepan me harán una gran campaña en contra. No diré nada hasta que no tenga el permiso para irme y todo arreglado para el viaje, porque así se libra una de inútiles comentarios. Dígame qué piensa a este respecto. (39
Con saludos cariñosos para todas mis queridas hermanitas, especialmente a la Madre Sub-Priora, rogándoles no me olviden en sus oraciones, de Ud., Rda. Madre, se despide su hija que reza todos los días por sus intenciones
Juana Fernández, H. de M.
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