J.M.J.T. Pax Christi
[30 de agosto], Santa Rosa, 1919
Querida mamita y Rosa: Que el Espíritu Santo sea con Uds.
Esta mañana tempranito les di el abrazo de felicitación y en la misa y comunión las tuve presentes. Siempre rezo mucho por Uds., pues no podría pagarles de otra manera sus servicios. Sobre todo, que el cariño que les tengo me las hace recordar cuando estoy con N. Señor.
Yo soy cada día más feliz; pues como soy de N. Señor, El me da la dicha verdadera. Muchas veces, cuando barro o tengo que arreglar nuestra pobre celda, recuerdo que quizás en mi vida no habría tenido necesidad de hacerlo. Sin embargo, por Jesús, he preferido ser pobre y trabajar. Ya que El por mi amor se hizo pobre, yo por amor a El quiero serlo. Entonces me siento feliz, aún cuando esté cansada. Quisiera que Uds. también pensaran esto, pues así no sufrirían y siempre serían felices, como Yo lo soy. El amor a Jesús da fuerzas y alegría y nos sirve para acopiar méritos para el cielo.
También me gustaría mucho saber que todos los días comulgan. La comunión es un cielo en la tierra para el alma que se penetra bien del acto que hace. Piensen bien que es Jesús el que viene, y ese Jesús es Dios, el Creador de todo lo que vemos, el Todopoderoso. Piensen que no tiene ninguna necesidad de Uds., pues es dueño de todo, y sin embargo, a pesar de ser el Santo, se une a Uds. que tanto lo han ofendido. El viene lleno de infinito amor, para unirse con Uds. enteramente y, haciéndolas muy buenas, llevárselas un día al cielo. ¡Qué bueno es Jesús, que tanto nos ama! Amémoslo y mostrémosle nuestro amor recibiéndolo todos los días. Saquémoslo de su fría prisión y abriguémoslo en nuestro corazón, tan pobre, pero lleno de amor.
Adiós. Nuestra Madrecita les envía a nuestro nombre esos santitos. Guárdenlos como recuerdo de su indigna
Teresa de Jesús, Carmelita
Saludos para María Cáceres, a la Susana, Cruz, Mercedes e Isabel. A todas un abrazo muy apretado con mis pobres oraciones.