133. A Carmen De Castro Ortúzar 29 de septiembre de 1919

133. A Carmen De Castro Ortúzar 29 de septiembre de 1919

J.M.J.T. Pax Christi 

Convento del Espíritu Santo, 29 de septiembre de 1919 

Mi Carmenchita querida: Que la gracia del Espíritu Santo sea en tu alma. 

Cuántos días se han pasado sin que pudiera contestar a tu cartita; pero estaba en retiro 10 días. ¿Te parece mucho? Y se nos pasaron tan luego, porque fueron preciosos. 

Ahora sí que te aviso con seguridad que, si es la voluntad de Dios, tomaré el hábito el 14 de octubre. Ese día tan feliz no dejaré de rogar por ti. Y dile a tu mamacita que lo haré también por ella y por todos los suyos. 

Parece increíble hayan pasado 5 meses desde mi llegada a este conventito. Créeme que no nos damos cuenta del tiempo. Y es porque vivimos sin otra preocupación que Dios. Soy tan feliz como ya es imposible imaginar. Es una paz, una alegría tan íntima la que experimento, que me digo que si vieran esta felicidad los del mundo, todos correrían a encerrarse en los conventos. ¡Ah Carmencita! Deseo tanto para ti esta dicha, pues me parece que encontraría tu alma la plena satisfacción de sus deseos. 

Si supieras cómo el alma va encontrando horizontes infinitos desconocidos hasta entonces; si supieras, mi hermanita, la vida de unión íntima que vive la carmelita con Jesús… El lo es todo para ella. Cuántas horas pasa en el coro junto a la reja, mirando esa Hermosura increada, oyendo lo que la Sabiduría infinita le enseña y, sobre todo, sintiendo los latidos del Corazón de su Dios. Nada puede separarla de El. Jesús la arrancó del mundo de los suyos, para traerla a la soledad donde El descansa; para tenerla siempre junto a su sagrario. Quiere que la Carmelita sea su hostia. En ella vive y sobre su Corazón la sacrifica y la ofrece a su Eterno Padre por el mundo pecador en silencio, como El -convertido en hostia- se inmola en el altar ocultamente. ¡Ah Carmen, que bueno ha sido N. Señor conmigo al traerme a esta antesala del cielo, teniéndolo sólo a El por mi todo! 

Yo quisiera unirte más a El; y para esto es necesario la oración. Procura cada mañana, cuando tengas la dicha de comulgar, pedirle que permanezca todo el día allí en tu alma. Así vivirás unida e inundada de Dios. Cuando pienso que antes envidiaba a María Magdalena por haber tenido a Jesús tantas veces en su casa, por haberlo escuchado, me avergüenzo, pues El no ha abandonado la tierra.

En el sagrario está. Allí lo miro por la fe, y lo escucho. Cuando comulgo, no sólo recibo su visita exteriormente, sino que mi alma está compenetrada por la de El. ¿Qué unión más íntima puede existir entre Jesús y su pobre criatura? 

Créeme que, cada vez que voy al coro, me arrojo en su Divino Corazón como para encontrar en El toda la ternura de una madre, de un esposo, en fin, para encontrar esa ternura que el Evangelio nos da a conocer en Jesús el Hombre-Dios. Hermanita, busca a Jesús en la Eucaristía, y vivirás con El como vivía la Sma. Virgen en Nazaret. 

Adiós. Se me acaba el tiempo. Saluda cariñosamente a tu mamacita y hermanas, y tú, mi Carmen tan querida, recibe el inmenso cariño de tu indigna hermana 

Teresa de Jesús Carmelita

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