143. A su madre

J. M.J.T. Pax Christi 

Querida mamacita: Que Jesús sea su Vida. 

Estoy preocupada por no haber recibido carta suya tantos días. Sin embargo, arrojo mis temores en el Corazón Divino de Jesús, abandonándola a Ud., mi mamachita, con todos los míos a sus divinos cuidados, ya que su Teresa no lo puede hacer. 

No se imagina lo feliz que me siento con nuestro santo hábito; y aunque todas extrañan al principio, yo no he extrañado. Tiene que rezar para que sea muy fervorosa, pues del noviciado depende toda mi vida religiosa, y a toda costa tengo que ser una santa carmelita. A veces, la vista de mis innumerables miserias, de mis continuas infidelidades, me desalienta; pero tengo a mi lado a nuestra Madrecita que, con maternal paciencia, me infunde ánimo y fuerzas, y puedo repetir después: «Todo lo puedo en Aquel que me conforta». 

De seguro, mamacita mía, Ud. es una fervorosa novicia y que N. Señor la trata como a fuerte, dándole trabajos y cruces. Feliz Ud., mi mamacita, que sube al Calvario para ser crucificada con Jesús. Es una señal de predestinación el que Dios Padre la quiera hacer conforme a su Divino Hijo. Quisiera, mi mamacita, que en la oración muchas veces pusiera los ojos de su alma en Jesús Crucificado. Allí encontrará no sólo alivio en el dolor (aunque un alma generosa no debe buscar consuelos), sino que también aprenderá a sufrir en silencio, sin murmurar ni interior ni exteriormente; a sufrir alegremente, teniendo en cuenta que todo es poco con tal de salvar las almas que tiene a su cargo, como madre y como carmelita. 

Créame que, a lo menos para mí, la Pasión de Jesucristo es lo que mejor me hace para mi alma: aumenta en mí el amor al ver cuánto sufrió mi Redentor; el amor al sacrificio, al olvido de mí misma. Me sirve para ser menos orgullosa. Me excita en la confianza de ese mi Maestro adorado, que sufrió tanto por amarme. La confianza es lo que más le agrada a Jesús. Si confiamos en el corazón de un amigo que nos ama, ¿cómo no confiar en el corazón de un Dios, donde reside la bondad infinita, de la cual la bondad de las criaturas es un pálida sombra? Desconfiar del corazón de un Dios que se hizo hombre, que murió como malhechor en una cruz, que se da en alimento a nuestras almas diariamente para hacerse uno con sus criaturas, ¿no es un crimen? 

Mamacita querida, tengamos nosotras temor filial para no ofenderlo, lo mismo que un hijo con su padre teme disgustarle; no por el castigo, sino porque sabe que su padre lo ama y sufrirá. Arrojémo-nos con nuestras faltas y pecados en el abismo, en el océano de misericordia. Jesús se compadece de nuestras miserias, conoce a fondo nuestro pobre corazón; así pues, mamacita, no tema, que el temor seca el amor. 

Cuando me escriba, cuénteme del estado de cada uno; pues es mi incesante preocupación. 

Adiós, mamachita linda. Le doy las gracias de nuevo por su consentimiento y por todo lo que ha hecho por esta pobre carmelita. Salude a mi papacito y hermanos y a todos los de casa, y Ud. reciba el inmenso cariño de su carmelita, que vive unida a su mamacita en el divino Corazón. 

Teresa de Jesús, Carmelita 

A misiá Julia, que Dios le pague los santitos. A todas les han encantado. Dígale que he rezado mucho por ella.

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