149. A Elisa Valdés Ossa

J. M.J,T. Pax Christi 

Mi Isabelita querida. Que Jesús se posesione cada vez mas de tu ser. Cuánto tiempo por contestarte para hablar íntimamente con mi hermanita… Pero siempre la misma disculpa del tiempo. 

Ya más de 6 meses en el Carmen, Isabelita. 6 meses de cielo que no han sido turbados por nada de lo de la tierra. 6 meses viviendo escondida en mi Verbo adorado, escuchando su Palabra de vida, contemplando su hermosura infinita. Si pudiera hacerte comprender el vacío inmenso en que vivo respecto de todo lo del mundo, me envidiarías. Es Jesús, mi Isabel, el único atractivo de mi vida. Es El, con sus encantos y suavidad lo que me hace olvidarlo todo. Sin embargo, hay momentos -créeme- que se sufre. Y no creas que son sufrimientos de cualquiera especie los de una carmelita. Mas, sufriendo es como se goza, ¿no es verdad, mi hermanita? Sobre todo cuando es Jesús el mismo que la crucifica, que la despedaza, se encuentra una feliz en ser su juguete de amor. Tú demasiado comprendes el lenguaje de la cruz; por eso no necesito decirte que la ames, que es en ella donde se efectúa la transformación del alma en Dios. Mas no creas por esto que yo sufro, pues créeme que deseo sufrir mucho más. Lo mejor es amar la voluntad de Dios. Allí encontramos la cruz mejor que en ninguna parte. Allí crece este árbol bendito rectamente, sin impedimento, pues es sin la elección nuestra, sin satisfacción alguna. ¿Sientes en tu alma ese amor por la divina voluntad? Trata de sentirlo, ya que tu nombre -Isabel de la Trinidad, o sea, «Casita de Dios»- debe estar tan llena de ella, que por todos sus ámbitos, es decir, en sus facultades y operaciones, resuene siempre el eco de la Palabra eterna, del divino querer. 

Sí, mi Isabelita; podemos vivir en comunión perpetua con el Amor uniéndonos a su voluntad. Que no encuentre resistencia en nuestra alma. Debe en ella reinar siempre el ambiente de la fe. En este aire puro no se pierde esa voz de Dios que debe imperar en nuestra alma. Que ella sea como una participación de El. Dios, en sí, obra siempre lo que quiere; que nosotras, perdidas como nadas en su inmensidad, obremos también lo que El quiere. ¿Cómo seremos más semejantes a El, si no es obrando su divina voluntad? Al quererla y al abrazarnos con ella, queremos y practicamos un bien querido infinitamente por Dios, un bien que lleva en sí la razón eterna; un bien en que existe la sabiduría eterna; un bien en que existe el poder infinito, un bien en que existe, concentrado, todo el amor, la santidad de nuestro Dios. Al ejecutar ese bien, ¿acaso no obramos conforme a Dios? Al obrar conforme a Dios, somos otro Dios; en una palabra, somos El. 

Para esto, mi Isabel, es necesario soportarlo todo, amarlo todo como la expresión de la voluntad de Dios que quiere santificarnos, ya que Jesucristo nos dijo que la voluntad de Dios era que fuéramos santos. Y creo que lo mejor y lo que más conviene a nuestra miseria es sólo mirar el presente, vivir -como dice Isabel- en un eterno presente, es decir, que en cada hora hagamos la resolución de cumplir perfectamente la voluntad de Dios, de aceptar todo lo que nos envía, sea próspero o adverso, proceda de nosotros mismos o de las circunstancias que nos rodean, o de parte de las criaturas. 

Quisiera, mi Isabel, hablarte de mi Jesús, quisiera encenderte en su amor, ya que yo no lo amo lo bastante; pero soy incapaz de ello. Quisiera, hermanita, que vieras en Jesús, en el Verbo, el amor que nos ha demostrado; pero no me atrevo a franquear ese abismo infinito en el que me pierdo, sobre todo, que tú lo has sondeado más que yo. No miremos en El nada más que amor; ya que Dios es amor. El amor es su esencia, en el amor se hallan todas sus perfecciones infinitas. 

Rezaré porque Dios te ilumine acerca de lo que debas hacer, y que sea donde seas más de El. Los libros no sé si se te pueden mandar porque son muy escasos. Los que debes comprar es «Jesús íntimo» por Suavé. Son 4 tomos y mi mamá sabe dónde está. Créeme que te encantará. Compra, para el tiempo de Adviento, «BELEN», por Faber. Dicen que es lindo. Y prepárate con la S. Virgen para recibir a Jesús. 

Después de pascua te contaré cómo se pasa aquí en el Carmen navidad. ¿Te acuerdas, el año pasado, que Jesús naciendo hizo nacer en mi alma la paz? Te tendré esa noche bien al ladito de El, o mejor, le pediré que te deje besar sus piececitos. Mi Dios eterno, infinito, espíritu puro, naciendo niño en un pobre portal. ¡Qué misterio de amor, qué éxtasis sería el de la S. Virgen y de nuestro Padre S. José! ¡Qué pureza, qué belleza se reflejaría en la frente de Jesús! Algo más que angélico, algo divino… Amemos y adoremos y escuchemos al Verbo… que dice de humildad, de silencio, de pobreza. Escuchemos: «Ecce venio» = «Vengo, oh Padre, a hacer tu voluntad». 

A Dios. Corto, porque si no, jamás terminaría… Fíjate que me han dado una ermita. Estoy feliz. Todavía no sé si tendré un nacimiento o si una gruta. Reza para que sea lo que más me aproveche. Mañana tendré retiro. «Sola con El solo». A Dios. Vivamos unidas a El. Te abraza tu humilde y pobre hermana que te pide una limosna de oraciones 

Teresa de Jesús, Carmelita 

Respecto a lo que me dices te diga del Oficio… Es imposible lo reces afuera; toma muchas horas. Además tiene muchas complicaciones que yo aún no sé; pues cada día tiene su santo y cada tiempo sus rezos especiales. Lo que podrías rezar sería el Oficio parvo de la S. Virgen. La jaculatoria es «Amor, invádeme».