J.M.J.T. Pax Christi
Convento del Espíritu Santo, 19 de enero, 1920
Señor don Miguel Fernández J.
Mi querido papacito: Que la gracia del Espíritu Santo sea en su alma.
Me quedé con los deseos de verlo el día de la visita, pues me habían dicho que vendría sin falta. Pero esta carta suplirá un tanto todo lo que le hubiera dicho de cariño entonces.
Mucho me he alegrado se hayan ido todos a Algarrobo, pues es tan agradable el veraneo en esa costa. Sin embargo, no puedo menos de sentir que se vaya a quedar Ud. tan solito. ¡Ah, mi papacito querido! Créame que ha sido preciso haya sido un Dios el que me ha pedido el sacrificio de dejarlo. Por ninguna criatura me hubiera separado de mi viejito a quien tanto quiero, y por quien me sacrifico diariamente. Sin embargo, ya que Ud. fue generoso en darme a ese Dios tan bueno, no dude que El lo recompensará en esta vida y en la otra. Y aunque le parezca a Ud. que le va mal en todo, siempre Dios saca bien de nuestros males. Además, la vida sólo es para sufrir y luchar, porque existe una recompensa eterna. Mucho he rezado por su intención y para que se solucione el asunto que tanto lo preocupa. Dios y la Sma. Virgen espero me habrán escuchado.
En cuanto a mi vida, es siempre la misma, haciendo esta monotonía no interrumpida que el tiempo vuele. Muchas veces, cuando trabajo en nuestra huerta, recuerdo Chacabuco, San Javier, y me siento feliz de trabajar. El otro día me mandaron sembrar verdura. Quiera Dios que no se pierda. Pero verdaderamente se ve de un modo evidente la Providencia, pues tenemos verdura y fruta en abundancia. Todo es de lo mejor.
Y ¿sus cosechas, como han sido? Cuénteme todo. Ya sabe que todo lo que le preocupa me interesa. Quisiera verlo libre de todas esas ideas tristes, en paz.
¿Por qué no va siquiera por quince días a darse unos baños de mar? No se mate en esos calores y en tanto trabajo. Vaya, mi viejito, a descansar con sus hijos y mi mamacita, porque mucho necesita de descanso. También le pido que las horas de comida no las atrase. Lo mismo: procure dormir bastante. Óigale a su carmelita, que ella rezará para que le vaya bien. Mi Madrecita reza por Ud. y mis hermanitas lo mismo.
Adiós. Lo abraza su hija que más lo quiere. Su
Teresa de Jesús, Carmelita
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