37. A la Madre Angélica Teresa 18 de septiembre de 1918

37. A la Madre Angélica Teresa 18 de septiembre de 1918

J.M.J.T. Santiago, 18 de septiembre de 1918 

Rda. Madre Sor Angélica Teresa del Smo. S. 

Reverenda Madre: 

Grandes han sido mis deseos de escribirle, apenas recibí su cariñosa carta, que agradecí tanto, lo mismo que las oraciones y el retrato de Sor Isabel de la Trinidad; pero, como Ud. sabe, Rda. Madre, no he tenido tiempo, pues es éste siempre mi pecado. 

No se figura cuánto bien me proporciona con sus cartas y la alegría con que las recibo, sobre todo esta última en la que me dice hay «hueco» en ese palomarcito tan querido para una pobre y miserable. ¡Cuántas gracias le di a mi Señor desde el fondo de mi alma cuando leía esas líneas que 

me traían la más feliz noticia! Créame que me siento desterrada aquí en el mundo, en medio de tantos peligros, y tengo ansias de verme ya en ese conventito, prisionera para siempre de N. Señor, [y de] no tener otro pensamiento, otro deseo ni ocupación que no se dirija a El. Sin embargo, soy tan indigna de esta gracia que me confundo. Mas aunque sea el último lugar, Rda. Madre, y aunque tenga que servir a todas mis Hermanas, lo prefiero a vivir con las comodidades del mundo, pues creo que allí he de encontrar la felicidad más cumplida de esta vida. 

No sé cómo agradecerle a N. Señor todas las gracias que cada día me concede. Me libra de los paseos y de las fiestas milagrosamente. Le voy a referir lo curioso que me pasó el otro día en el teatro. Fuimos con mi mama a la opera. Yo era la primera vez que iba. Después de hacer oración para estar recogida, le pedí la bendición a la Sma. Virgen pidiéndole guardara mi alma de todo pe-cado. Resultó que la ópera tenía un baile que, como siempre, suelen ser inmodestos. Yo me mantuve todo el tiempo con la vista baja y rezando, y me decía entre mí la lástima de no haber llevado el rosario. Cómo sería mi espanto, cuando salgo a pasearme con mi hermano y una amiga, cuando éste dice que se acaba de encontrar un rosarito. Lo pasa para que lo veamos, y entonces me hice la desentendida y me quedé con él. Así es, Rvda. Madre, cómo me protege esta Madre cariñosa. ¡Cómo no quererla con toda el alma! Estando protegida por Ella, ¿qué podré temer? 

Y me pregunto, ¿por qué el Señor me protege y me guarda para Sí cuando soy tan miserable? Y en El mismo encuentro la respuesta: tiene un Corazón de Dios, lleno, por lo tanto, de amor infinito y este fuego de amor abrasa cuanto encuentra a su paso con tal que nos dejemos consumir. Rda. Madre, pida a ese Corazón Divino de Jesús que me abrase en las llamas de su amor, y que allí consuma todas mis miserias e imperfecciones para serle cada día más fiel y para llegar a la total unión. 

La amiga que Ud. cree, Rda. Madre, es Elisa Valdés Ossa, que me dice la recomiende a sus oraciones. Verdaderamente necesita mucho la pobrecita de oraciones, pues se encuentra en una atmósfera sumamente hostil a sus inclinaciones. La hacen salir mucho; por lo que tiene muy poco tiempo para sus ejercicios de piedad. Las dos nos ayudamos para amar y servir lo mejor posible a N. Señor. Y nuestras conversaciones son siempre o para estimularnos en el camino de la perfección o para hablar de ese Carmen en el cual deseamos vernos las dos. Ojalá llegue pronto ese día en que pueda decir: ¡Soy carmelita! Rda. Madre, me parece que ese día tarda tanto que no podré alcanzar ese ideal que he alimentado toda mi vida. 

Por favor le pido, guarde el más completo secreto para Elisita, pues cualquiera persona podría decir en su casa y le quitarían la menor libertad. Así es que confío no lo dirá a nadie. 

Si tiene la bondad de contestarme, le ruego me diga lo que le pido en la otra carta. Salude muy cariñosamente a la Madre Sub-Priora y a todas mis queridas hermanitas, rogándoles recen mucho por mí, para que algún día pueda ser tan feliz como son ellas. Y Ud., Rda. Madre, reciba de mi mamá el más afectuoso saludo, y de su pobre hija oraciones y el respetuoso cariño que le profesa 

Juana, H. de M. P.D 

Rece por varias intenciones y también para que pueda ir en octubre a conocer ese conventito que, por lo pobre que me han dicho que es, me atrae más. Dispense la letra, etc., porque estoy apurada. 14 de 

octubre. No había podido mandarla.