Cunaco, 14 de noviembre de 1918
Señora Lucía Solar de Fernández
Mi querida mamacita:
A pesar del olvido en que me tiene, yo no la olvido un instante; pues, al contrario, paso pensando que ha de tener una gran preocupación, ya que, con haberle escrito tres cartas, no he recibido ni una suya en contestación.
Ayer llegó don Pepe, y me dio noticias suyas, lo mismo que de mi tía Juanita, la cual -me dijo- estaba con la gripe; lo que me ha tenido bastante preocupada. Todas las veces que he pedido comunicación para allá ha estado mala la línea, pues constantemente pasa así.
Hemos pasado tres días solas. Y nosotras dos con la Herminia nos buscamos nuestras entretenciones. Salimos a andar el otro día de a pie y, como teníamos que atravesar el río, nos subimos en un carretón, en el que pasamos el río. Hicimos un paseo para conocer el fundo; pero como era un poco áspero, no anduvimos mucho y nos volvimos a las casas de nuevo, donde se rieron muchísimo de nuestra idea. El otro día salimos con la Gordita en una cabrita (cochecito) y yo manejaba. Fuimos a conocer las casas de don Ismael Valdés, que son preciosas y tienen un lindo parque, aunque es superior el de aquí.
Todas las tardes rezamos el mes de María. La Eli reza el mes y yo el Rosario y toco el harmonio. Fíjese que ayer estábamos cantando un Ave María y la Herminia nos tienta de la risa. En vez de canto, nos salían carcajadas. No pudimos seguir.
Creo que me voy a ir junto con todas, pues no quieren dejarme ir. No se figura lo cariñosos que son, desde don Pepe que todas las noches me besa y da la bendición. Lo mismo misiá Juanita. Pero, sin embargo, echo mucho de menos los besos de mi papacito y los suyos y los cariños de mis hermanos.
Adiós, mi mamachita linda. Salude a cada uno, y Ud. reciba mil besos y abrazos de su
Juana, H. de M., para Ud. y papacito
Fíjese que a toda costa me quieren llevar a Paula para las Misiones, que son el 15 de diciembre; pero
ya les he dicho que no.