66. Al P. Julian Cea, C.M.F. 27 de febrero de 1919

66. Al P. Julian Cea, C.M.F. 27 de febrero de 1919

San Pablo, 27 de febrero de 1919 

Rdo. Padre: 

Abusando de su buena voluntad, me atrevo a dirigirle estas líneas para pedirle me aconseje sobre varias cosas de que tengo dudas. 

He seguido en mi vida de recogimiento, uniéndome a Dios lo más posible. El otro día, cuando estaba en oración, me dijo lo adorara constantemente dentro de mi alma, ofreciéndole las alabanzas de todas las criaturas y uniéndome a las que le tributan los ángeles del cielo. Todo cuanto El me dijo lo he cumplido, viviendo así mucho más unida a El. Contemplo a la Sma. Trinidad dentro de mi alma como un inmenso foco de fuego y luz, en el cual, por su mucha intensidad no puedo penetrar ni mirar. Allí veo a la Sma. Virgen, a los ángeles y santos. Y me veo yo, criatura miserable, confundida y anonadada delante de su Divina Majestad y me uno a las alabanzas que le tributan todos en el cielo. Me pidió que esta adoración fuera constante y esta alabanza no fuera interrumpida, de modo que si hablaba o tenía que hacer cualquiera obra, lo hiciera con este fin de procurar su mayor gloria. 

El sábado, como Ud, R. Padre, me lo indicó, medité una virtud de la Sma. Virgen. Y N. Señor me dijo lo hiciera sobre la pureza y después yo oía una voz que me enseñaba y me declaraba la pureza de mi Madre. No sé en qué consistió, pero yo desconocí la voz y le pregunté a N. Señor si era El, pero me dijo que era su Madre. Entonces la Sma. Virgen me dijo me abría su maternal Corazón, para que leyera en él hasta dónde llegó su pureza virginal; para que,imitando esta virtud, pudiera llegar a la total unión con Dios. Después de declararme esto, me dijo lo que yo debía tratar de hacer para ser pura y enteramente de Dios. 

1- Que rechazara todo pensamiento que no estuviera en Dios, para que así viviera constantemente en su presencia. Que evitara todo afecto a las criaturas para que nunca éstas me turbaran. 

2- Que no tuviera otro deseo que el ser cada día más de Dios. Que deseara su gloria la santidad y la perfección en todas mis obras. Que no deseara ni honras ni alabanzas, sino desprecios, humillación y cumplir la voluntad de Dios. Que no deseara las comodidades ni nada que halague mis sentidos; y que, tanto al dormir como al comer, lo hiciera con el deseo de servir mejor a N. Señor. 

3- Ser pura en mis obras: abstenerme de todo aquello que pueda mancharme en lo más mínimo y sólo hacer aquello que sea del agrado de Dios, que quiere mi santificación, y hacerlo siempre todo por Dios, para Dios y con Dios. Además me aconsejó que en mis conversaciones, en cuanto fuera posible, nombrara a Dios y que evitara toda palabra que no fuera dicha por la gloria de Dios. Que no mirara fijamente a nadie y que, cuando lo hiciera por necesidad, contemplara a Dios en sus criaturas. Que siempre pensara que Dios me mira. Que en el gusto me abstuviera de aquello que me agradaba, y que si tenía que comerlo, lo hiciera sin complacerme, y se lo ofreciera a Dios y se lo agradeciera. Que el tacto lo mortificara no tocándome sin necesidad, ni a ninguna persona. En una palabra, que todo mi espíritu estuviera de tal manera sumergido en Dios, que me hiciera olvidarme de mi cuerpo. Me dijo que rezara mucho para conseguirlo, pues así en mi alma se reflejaría el Dios Santo. Que Ella desde que nació vivió así; pero que a Ella le fue más fácil, pues no tenía la culpa original. Pero que se lo pidiera y lo conseguiría. Después quedé muy recogida, pero no he sentido fervor. Sin embargo, noto que Dios muy interiormente se une a mi alma, y sin palabras a veces me da a conocer su voluntad 

El otro día me habló de la pobreza. Me dijo que tratara de no poseer ni voluntad ni juicio, ya que por ahora no podía ser realmente pobre. Entonces me dijo .que no estuviera apegada a nada. Pero todo esto fue sin palabras, sino que me lo daba a entender interiormente, y me hizo conocer que estaba apegada al fervor sensible. Que yo hacía consistir la unión divina en el amor sensible, pero que estaba en imitar sus divinas perfecciones para asemejarme a El cada vez más, y en sufrir mucho por su amor para ser crucificada como El. 

Rdo. Padre, todo esto se lo digo tal como pasa en mi alma, para que Ud. pueda aconsejarme. Como Ud. puede ver, N. Señor es demasiado bueno Para con esta ingrata criatura. Cada vez que estoy en oración N. Señor me da a conocer su amor infinito y lo imperfecto de mi amor. Créame que deseo morir, pues veo que no le correspondo en nada. Quisiera, si me fuera posible, sufrir las penas del infierno, con tal que así pudiera amarle un poco. Soy tan miserable que N. Señor necesita darme muchos consuelos y fervor para que me acerque a El; y a pesar de esto, no lo hago. Siento a veces tanto amor, que me siento verdaderamente sin fuerzas; y sin embargo, en mis obras no se lo demuestro-. ¡Ay!, Rdo. Padre, créame que me aniquilara para que no existiera sobre la tierra un monstruo de ingratitud para con ese Dios que es todo amor. A veces temo que se canse y me deje abandonada para siempre; que me mande la muerte y me condene. Rece Ud. por mí, R. Padre, pues tanto lo necesito, para que lo ame verdaderamente. Tengo ansias de ser carmelita para poder hacer penitencia y demostrarle mi amor, mortificando este cuerpo que me sirve de estorbo para unirme a El. 

Le ruego me dé permiso, entre tanto, para ponerme un cinturón tejido de ramas de acacia, pues éste tiene espinas. Me he puesto también piedras en los zapatos, porque esto no me hace nada y tengo permiso para hacerlo. No le pido permiso para mortificarme en la comida porque me lo tienen prohibido; pero son tantas las ansias que tengo de hacerlo, que N Señor lo tomará en cuenta. 

No se imagina, Rdo. Padre, la pena tan grande que tuve cuando vi que Nuestro Amo no estaría aquí (en el fundo, cuando la Misión, tuvimos el Santísimo). Me sentía tan sola que en la tarde no pude contenerme más y lloré sola en mi cuarto. Soy tan mala y El me hace mejor. Hemos estado consagrando las casas al Sdo. Corazón. Llevamos ya 21. 

Rdo. Padre, permítame recordarle, pues me da tanto miedo que se le olvide, esos dos responsos que mandó decir esa mujer y que se lo di a última hora. Le he agradecido mucho el cuadernito que me dio. Me ha encantado. 

Rece por su pobre carmelita para que cumpla la voluntad divina. Ofrézcame como víctima de reparación y acción de gracias en la Sta. Misa alguna vez por manos de la Sma. Virgen. Y cuando yo ofrezca mi sacrificio, rogaré mucho por Ud. para que sea un santo y salve muchas almas. 

Se despide en el Sagrado Corazón de Jesús y de Maria 

Juana 

P.D. Se me había olvidado decirle que mi nombre será Teresa de Jesús. Fíjese qué nombre tan grande para mí. Ruegue para que sea verdadera Teresa de Jesús y para que Jesús pueda decirme que El es Jesús de Teresa.