67. A Elisa Valdés Ossa 2 de marzo, 1919

67. A Elisa Valdés Ossa 2 de marzo, 1919

San Pablo, 2 de marzo, 1919 

Señorita Elisa Valdés Ossa 

Mi tan querida Eli: 

Por fin recibí carta tuya. Tenía verdaderamente ansias de tener noticias de Uds. Y como tú en tu carta -lo mismo que la Herminia- me dicen que no les conteste hasta que puedan mandarme la dirección de Viña, no podía hacerlo a pesar de acordarme a cada momento; y tenía que resignarme. 

Mucho me alegro lo pasen tan bien en Viña, pues lo bueno que tiene es la independencia que existe. De otra manera se haría esa vida insoportable. 

La semana pasada tuvimos misiones Le habíamos dicho al Padre Julio nos las diera, el cual quedó de contestarnos si podía; pero nos contestó cuando estábamos ya en misiones, porque convenía hacerlas en febrero por los trabajos. Vinieron los Padres del Corazón de María, de Talca. Son excelentes misioneros y muy entusiastas. La gente quedó encantada, tanto más cuanto que nunca aquí habían traído misiones en grande, y querían a toda costa ir a dejar a los PP. a la estación. 

Nosotras dos con la Rebeca hacíamos catecismo. Se juntaban más de 50 chiquillos, y después de las misiones, hemos seguido haciéndoles clase todos los días; pues la gente de aquí es muy ignorante. Parece que poco o nada les enseñan en la escuela fiscal. Como nos vamos el sábado a Santiago les hicimos hoy a los niños comedias y juegos, pero te aseguro que los pobrecitos han gozado. El domingo anterior a éste les hicimos biógrafo. Estaban encantados Después, para terminar, les tiramos una rifa. 

Es lo más divertida aquí la gente, pues no están acostumbrados a tener patrones, porque casi todos son propietarios y todos se tratan con mucho estiramiento entre ellos; así es que están encantados que no los tratemos así. A mi mamá la llaman la señora doctora. No te imaginas la fama que le han dado, porque le trajeron un niño moribundo con una herida que le tomaba toda la cabeza; se le vera hasta el hueso. Todos creíamos que se moría, pues estaba agonizando. Mi mamá le puso una inyección, lo fajó y ahora, en menos de un mes, está completamente sano. 

Todos estos días salimos a caballo para consagrar las casas al Sdo. Corazón. Llevamos 21 casas ¿qué te parece? Hemos hecho paseos en coche y a caballo. Fuimos al Loncomilla a andar en bote y tomamos las onces en una isla. Conocimos también Talca. Nos gustó; pero creíamos que era más 

bonita. La Lucita está en Bucalemu, con mi tía Rosa Fernández, que no la ha dejado moverse. Dice se siente muy bien; pero ya se va a Santiago el 8. 

A la Herminita le dirás que esta carta es también para ella. Que pronto le escribiré, y que no lo había hecho por no saber la dirección. Tú me dices que te ibas a ir a Curanilahue y que no te escriba hasta que me vuelvas a escribir. Te aseguro qué soñaba con ustedes, mis hermanitas queridas. 

¿Y tu mamá?¿Cómo se siente? Dale un abrazo muy cariñoso de parte de mi mamá y de la sobrina que más la quiere. Tu papá y Jaime–me dices–están en Cunaco. Pero supongo habrán estado también allá. 

Adiós, mis pichitas queridas. Escríbanme luego, pero más largo. Aprendan de ésta mía, aunque la de Uds. será menos latosa que ésta. Adiós, buenas noches. Me voy a acostar. Un beso para cada una de su hermana que tanto las quiere 

Juana

La Rebeca les manda un abrazo y un pellizco a la disimulada. Saluden a la Juana y Elvira. ¿Cuándo se vienen? Es delirio el que tengo por verlas y conversar largo con Uds. 

Léela primero tú. En la soledad, a solas contigo, hablaré. Puedes admitir a la Gordita.

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