Santiago, 26 de marzo de 1919
Mi querida Herminita:
Sólo anteayer llegué de Bucalemu, donde permanecí 8 días y pasé días muy agradables y felices.
Salí mucho a caballo y en auto pues hay muchos puntos donde dirigirse, porque es un fundo precioso. El río Rapel presenta los panoramas más preciosos como nunca habita visto. También, como es fundo de costa, fuimos al mar en automóvil a tomar onces en la playa. Te aseguro que gocé subiendo unas cuestas que son tan paradas que hacen que se pongan los pelos de punta. Hay partes del camino que son verdaderas montañas rusas, con lo que gozaba.
¿Cómo estás pasando en Cunaco? Dime cuál es la vida en ese querido fundo.
Santiago está todavía sin gente. No hay chiquillas casi para juntarse, ni paseos organizados, lo que tú celebrarías de corazón. ¿Te preparas para salir a sociedad? Dime qué piensas [al] respecto este año. Yo–te aseguro–estoy llena de esperanzas, pues creo que este año se decidirá mi suerte. Ríete un poco, pero encuentro que ya estamos en condiciones de pensar en nuestro porvenir. Dejemos de ser guaguas, Gordita querida, para ser mujeres. Si se nos obliga a salir a sociedad, salgamos contentas, para que así podamos conocer los jóvenes, pues al fin y al cabo, si no vamos a ser monjas, es necesario que nos preocupemos un poco de agradar, de tratar a los chiquillos. Y, si vemos después que no nos gusta ninguno, conformémonos con la suerte de quedar solteras, que mucho bien podemos hacer no dando nuestra libertad.
Yo creo–te diré con franqueza- que me costará enamorarme; pues hasta aquí ninguno de los chiquillos que conozco me ha gustado. Son todos muy superficiales. Existe algo en mí que no pueden llenar mis aspiraciones. Como ves, no puedo ser más franca. Sélo tú también conmigo.
Luego te mandaré la preparación para la comunión que te ofrecí copiarte, pues todavía no la concluyo, y ahora estoy apurada. Reza mucho por tu amiga. No sabes cuánto lo necesita. Sobre todo reza especialmente por una intención muy grande el sábado. Si se cumple, te la diré después.
Sé muy buena para que seas el consuelo de tu mamá y papá.
Reza tus oraciones de la mañana y de la noche y haz todos los días tu comunión espiritual y 10 minutos de meditación. En mi próxima carta te voy a decir todo cómo se hace, porque quiero seas piadosa. Haz catecismo una vez siquiera a la semana. Es bien poco pedirte. Acuérdate que, si no
somos buenos y no hacemos el bien, no seremos felices ni en esta vida ni en la otra. Escríbeme luego. Cuéntame lo que has lerdo, si apuntas lo que lees. Dime también lo que me ibas a decir. Yo, ya ves, te digo lo que pienso.
Adiós, pichita querida. Todos los días cuando comulgo te recuerdo. Dale muchos saludos a tu papá y mamá y hermanos. Lo mismo a la Elisita, a quien, si quieres, muestra esta carta. Dile rece mucho por esa intención- no se te olvide, sobre todo el sábado y días siguientes. Y tú, hermanita mía tan querida, recibe un fuerte abrazo y beso de tu amiga que más te aborrece.
Tu hermana Juana
P.D.–Si está la María y Pepe dales un recuerdo cariñoso. Saludos a la Juana y Elvira. No la muestres; léela sola.